La nieve


Prácticamente todos quienes vivimos en la zona tórrida, al menos en América, vemos con mucho romanticismo el invierno de los países que viven en las zonas templadas del planeta. Nos parece bellísimo que los árboles pierdan sus hojas y se vistan fríamente con nieve; eso nos hace soñar con vivir aunque sea una vez en la vida dicha experiencia.

Plinio Apuleyo Mendoza lo expresa de una manera muy bonita:

“era deslumbrante y sigilosa, cayendo en copos espesos que brillaban a la luz de los faroles y cubría de blanco los árboles, los automóviles y el bulevar. El aire de la noche era limpio y glacial, olía de pronto a pinos de montaña. Lavanda de humores, rumores y colores, la ciudad se envolvía suave y lujosamente en aquella nieve como una bella mujer en una estola de armiño”.
(“Aquellos tiempo con Gabo”, Plaza & Janés, Pág. 17).

Cuando no se ha vivido nunca un episodio de caída de nieve nos parece algo hermoso, fuera de serie, un espectáculo digno de otras culturas, de otros seres humanos. Cuán lejos están esos pensamientos con la realidad que viven a diario quienes habitan en esos países y la nieve, el frío extremo y la lluvia frisada son parte de su cotidianidad.

Es que no es sólo observar dicho fenómeno que se realiza gracias al enfriamiento que sufren esas regiones en ciertos meses del año, todo eso significa una cantidad de trabajos adicionales, que por fortuna por aquí desconocemos, como son levantarse cuando el día aún se ve obscuro pues amanece a las 9 de la mañana, después de la ducha y el desayuno lo primero que hay que hacer antes de salir a estudiar o trabajar es desalojar toda la nieve que haya en nuestra acera, enfrente del garaje y muchas veces frente a nuestra casa.

Si bien el frío puede ser combatido alimentándonos y abrigándonos bien, existen muchos seres humanos que carecen de recursos para esas dos necesidades vitales y anualmente han muerto algunos de congelamiento. Ante predicciones de fuertes nevadas, muchas veces Emergencias recomienda prescindir del uso de los vehículos si no fuera absolutamente necesario por las zonas afectadas por nieve o hielo, extremar las medidas de precaución y, si es imprescindible, salir con el auto bien equipado, con líquido anticongelante, cadenas y un termo con chocolate calientito.

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