Los límites del derecho de información

Todas las Constituciones del mundo deberían contener un artículo por el cual se respete, so pena de cárcel, la intimidad de todas las personas, sin excepción. No es justo que acosen hasta el cansancio a aquellos que se hallan en la palestra pública o que hostiguen a familiares de quienes han caído en desgracia o que por circunstancias ajenas a su voluntad se encuentren de pronto frente a la opinión pública.

Hay miles de ejemplos en los que periodistas han molestado no sólo a gente de la farándula sino a políticos y familiares de éstos que no tienen por qué ser importunados.

Hay quienes valiéndose de la tan cacareada libertad de expresión arman verdaderas cacerías rastreando a su "presa" como en el caso de la extinta princesa Diana. Y traigo a cuento aquello pues en estos días un tribunal francés condenó a tres fotógrafos, que la fotografiaron aquel fatídico día, a pagar cada uno un euro por daños y perjuicios.

Es cierto que quien conducía sobrepasaba los mínimos permitidos de alcoholemia; pero es posible que hubiera ido menos veloz si no se hubiera sentido acorralado por quienes buscaban noticias sensacionalistas.

También es cierto que no los sorprendieron en un comportamiento impropio o que hayan querido hacer público algún secreto, pero todo tiene un margen; en ese caso ellos desconocieron el límite de la decencia. ¿Por qué mostrar los rostros de los cadáveres? ¿Ello no atenta contra la dignidad?

Le Monde ha dicho que el abogado de Frabrice Chassery expresó enfadado que esa sentencia era una carga contra los periodistas y la prensa. Si nos ponemos en los pies del padre de Dodi Al-Fayet, ¿qué sería para él?

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