La tortura


En todas las reuniones, especialmente cuando no hay temas trascendentes en el ambiente, alguien comienza a decir que estamos en una época de grandes cambios. Nada más lejos de la verdad pues la humanidad sigue sumida en la violencia, el sometimiento y la confusión.


El diario El Mundo del jueves anterior publicó extractos de un reportaje de la periodista rusa Anna Politkovskaya, asesinada el sábado 7 del presente mes. En él observé algunas imágenes de horror de chechenios torturados. La tortura ha sido una práctica desde la antigüedad, alcanzó su cenit con la Inquisición y no ha terminado a pesar de las campañas emprendidas en busca de un trato digno a todos los seres humanos.

La Declaración Universalde los Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 y supuestamente sus Estados miembros no sólo debían publicarlos, procurar que todos los ciudadanos los conozcan sino también ponerlos en práctica. Si el artículo 5 de esa declaración dice: "Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes."

¿Por qué noticias como los de Abu Ghraib, Bagdad, Guantánamo, Chile en época de Pinochet, Chechenia, República Democrática del Congo, etc?

Ha habido convenciones para tratar de poner fin a la tortura, y como siempre han llegado a maravillosos acuerdos:

"1. Todo Estado Parte tomará medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole, eficaces para impedir los actos de tortura en todo territorio que esté bajo su jurisdicción.
2. En ningún caso podrán invocarse circunstancias excepcionales tales como estado de guerra o amenaza de guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública como justificación de la tortura.
3. No podrá invocarse una orden de un funcionario superior o de una autoridad pública como justificación de la tortura."

¿Quién da cumplimiento a esas bellezas?


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