Al presidente colombiano Álvaro Uribe


Estimado doctor Uribe:

Como colombiana he apoyado sus proyectos enrumbados a mejorar la seguridad interna de nuestro país y reconozco que su gestión ha dado como resultado el poder transitar tranquilamente por las carreteras de la Nación y que además nuestra economía haya tenido un crecimiento aceptable dentro del marco político que vive el país. Quiero, doctor Uribe, comunicarle algunas inquietudes que tengo.


El gobierno de Colombia ha fumigado cultivos ilícitos, desde hace años, con el herbicida glifosato y lo ha hecho incluso en regiones que son reservas naturales, contraviniendo de esa manera normas nacionales, tratados internacionales y acuerdos con comunidades indígenas y campesinas.


Si en la guerra contra las drogas y los narcotraficantes, tanto el gobierno de Colombia como el de Estados Unidos tienen mucho interés en la protección ambiental y de la salud humana en Colombia ¿por qué utilizan un producto que deteriora nuestros ecosistemas?


¿Por qué, doctor Uribe, usted que es tan amigo del señor Bush no le pide que mejor acabe con el consumo que existe en su país? De esa manera el negocio se vendría abajo pues no hay oferta sin demanda. Mejor aún, con tanta tecnología que tienen los estadounidenses podrían “saber” en dónde están los laboratorios y los narcotraficantes y terminar con el asunto de una vez por todas; o ¿será que eso que ellos pueden detectar en donde se encuentra cualquier persona es puro cuento?


Posiblemente todos aquellos que vivimos en las grandes ciudades no podamos percibir cuál es el verdadero alcance de dichas fumigaciones porque no estamos cerca de los lugares en donde la gente enfrenta a diario las consecuencias negativas del producto empleado; sobretodo que al efectuar las fumigaciones aéreas el glifosato no solo rocía los cultivos indebidos sino también aquellos que son el alimento diario no sólo de nuestros campesinos, sino de nosotros mismos.

Señor Presidente, ¿acaso no tienen derecho todas las personas residentes en Colombia a la protección, a la seguridad y salubridad pública violadas por la Dirección Nacional de Estupefacientes y demás entidades encargadas?


Soy partidaria de la erradicación de esos cultivos,
sé que destruirlos es una obligación legal y moral de las autoridades; ignoro cómo se podrá acabar con la producción, y tráfico de estupefacientes, pero debe existir otra manera, debe haber alguna estrategia que no vaya en detrimento de la salud y bienestar de nuestros campesinos que son quienes han sufrido con todos los males del país; pues siempre se habla de atropello al medio ambiente, pero no se quiere decir que eso constituye un problema social, que es la crisis del sector agropecuario, especialmente en los departamentos que viven de las pequeñas parcelas.


El 10 de febrero del año en curso leí en El Tiempo de Bogotá, que el Presidente de Ecuador piensa demandar a nuestro país. El señor Correa en una cadena radial ecuatoriana ha dicho textualmente:

''Utilizaremos mano dura contra lo que consideramos una agresión... Vamos a demandar penalmente a Colombia ante el tribunal internacional de la Haya por el daño que nos ha causado la decisión unilateral de bombardear con glifosato la frontera''.

Claro que el vocablo “bombardear” no es el más adecuado para quien desea hacer un reclamo respetando la soberanía y las razones que tenga el otro país. Pero si la molestia ecuatoriana no se resuelve tranquilamente ¿qué hará usted, señor Presidente con todos nuestros conciudadanos, desplazados o no, que están viviendo en ese país?

¿No habrá cómo arreglar ese asunto de manera diplomática? Nuestro país se ha caracterizado por tener diplomáticas y diplomáticos excelentes.

¿No sería saludable que el gobierno colombiano se haga cargo de la gente que ha tenido que salir de sus tierras huyendo de la violencia?


¿Parte del dinero que recibe el Estado, ya sea vía impuestos y aquella platica que envían de gringolandia no es precisamente para programas de atención a los pobres desplazados?


¿Cree, usted doctor Uribe, que si los ecuatorianos piensan que las fumigaciones aéreas en la frontera son un acto inamistoso, como ha dicho su ex canciller Francisco Carrión ante la OEA, ellos, que francamente tienen tendencias chauvinistas bastante marcadas, tendrán consideración con los miles de colombianos que en este momento se encuentran en ese país?


Si, usted señor Presidente, cree que las fumigaciones son el único camino para eliminar las plantaciones de coca, ¿por qué no las ejecutan con esos aparatos que se llevan en la espalda y que rocía únicamente aquellos cultivos que no queremos que existan?


Todos sabemos que la aspersión aérea es inexacta, por lo tanto dañina. Sería bueno que sus subalternos revisen lo del manejo ambiental, que se instruyan en las verdaderas consecuencias negativas o colaterales que se producen al utilizar el glifosato, sobretodo a largo plazo. Por otro lado, me parecería muy acertado reflexionar acerca de por qué el gobierno de Afganistán, que necesita urgente el apoyo económico de USA, a pesar de todo se ha negado a utilizar dicho producto en su territorio.

Bien, señor Presidente, tengo otras preocupaciones para comentarle pero sé que su tiempo es limitado. Próximamente le enviaré otras líneas.

Cordiales saludos a su señora esposa y a sus niños.

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