No ser ni de aquí, ni de allá.


Lo que hoy expreso lo entenderá mejor alguien que haya vivido muchos años alejado de su país. Lo he escrito después de haber leído la bitácora de una persona que únicamente ha escrito quejas de su país de residencia.

¡Patria! te adoro en mi silencio mudo,
y temo profanar tu nombre santo.
Por ti he gozado y padecido tanto
cuanto lengua mortal decir no pudo.
No te pido el amparo de tu escudo,
sino la dulce sombra de tu manto:
quiero en tu seno derramar mi llanto,
vivir, morir en ti pobre y desnudo.
Ni poder, ni esplendor, ni lozanía, son razones de amar.
Otro es el lazo que nadie, nunca, desatar podría.
Amo yo por instinto tu regazo,
madre, eres tú de la familia mía;
¡Patria!
¡De tus entrañas soy pedazo!


Desconozco quien escribió ese poema, me lo hicieron aprender en el colegio para recitarlo en el momento de izar la bandera. Lo decía mecánicamente pues a esa edad ni siquiera tenía consciencia de lo que significaba patria. Estaba muy lejos de pensar que algún día diría lo siguiente:

Si parto del principio que en el mundo existe más amor que odio, en todas partes podemos encontrar gente maravillosa, gentil, atenta, amable, honrada, generosa, correcta y con abundante ternura para dar y recibir; al menos si el grupo no es mayoritariamente xenófobo.

Cuando por amor o por obligación laboral tenemos que dejar nuestro país y vivir un largo tiempo en uno que es “prestado”, comenzamos por ver lo malo de la nación receptora, sobretodo, si no ha habido buena acogida por parte de los familiares de la pareja; todo nos parece inconveniente y cual amor lejano, idealizamos aquella patria que nos fue arrebatada, aquel terruño amado en donde las fragancias, paisajes y habitantes nos eran tan entrañablemente conocidos.

La soledad nos invade aunque estemos rodeados de muchos amables desconocidos y es más intensa cuando en nuestro entorno tratamos personas que no se cansan de recordarnos una y otra vez que nuestras opiniones son inválidas porque no hemos nacido en ese lugar, nuestros conceptos acerca de política mejor esconderlos muy dentro pues nada tenemos que decir, si posiblemente, según ellos, nuestro país está peor. Nada más lamentable que la posición de algunos cuando con tono triunfal dicen: “eso no se acostumbra aquí”, “aquello será algo habitual en tu país pero aquí somos diferentes…” “Yo por lo menos soy de aquí y mucha gente me conoce…”

Es ahí cuando se toma la decisión de edificar un mundo propio en el cual únicamente entra la familia, unos pocos “amigos”, los condiscípulos propios o de los hijos y aquellos que por cuestiones laborares, de estudio o del género que sea tenemos que tratar.

Y seguimos por el camino de la vida viendo pasar las estaciones, trabajando sin descanso, observando extasiados la naturaleza, los acontecimientos, el maravilloso crecimiento de los hijos y todo aquel sentir primero deviene en nostalgia de una música grata, de un sabor añorado y nos damos cuenta que ya no tenemos patria, que ahora somos de ningún lado…

2 comentarios:

Marcela dijo...

Me gusta mucho lo que escribe y como lo hace. He aprendio varias cosas. Sólo aprovecho para decirle que a través de Mauricio, para mi Colombia también es mi tierra.

Espero que Dios nos bendiga y donde quiera que estemos seamos felices.

Gracias
Marcela G.

Rud dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.