El abuso verbal


El abuso verbal es muy difícil de detectar pues nunca deja cicatrices visibles, a menos que haya desembocado en violencia física. Pero su invisibilidad se hace mayor por el hecho de ocurrir, por lo general, en privado dado que quien abusa siempre se muestra muy cordial en público, se convierte en lo que llamamos luz de la calle, oscuridad de la casa.

La víctima de abuso verbal, es generalmente el blanco de todo cuanto le acontezca al abusador: se sus arranques de ira, del sarcasmo, del mutismo o de una fría indiferencia. Si hay reclamo, inmediatamente el abusador se pone a la defensiva y tiene expresiones así: “¿A ti qué te sucede?” “Siempre lo malentiendes todo.” “Magnificas lo que digo, ¿no te das cuenta que soy muy reflexivo, que no deseo hacerte daño?”

Con el tiempo, la persona abusada pierde su seguridad, su equilibrio y pronto comenzará a preguntarse si ha enloquecido puesto que el otro suele usar la negación y jamás reconocerá su responsabilidad.

El abuso verbal puede comenzar
con frases despectivas disfrazadas como chistes y poco a poco aumentar su intensidad, variedad y frecuencia. De repente la persona no toma nada en serio y si el otro se atreve a contradecir el protagonista pasa de la más viva alegría a una de sus fases preferidas como la de hacerse la víctima o emplear la ley del hielo.

Hay una
incongruencia entre la forma en que habla el abusador y sus verdaderos sentimientos. Puede sonar muy sincero mientras dice lo que la otra persona tiene de malo. Pero lo que más le caracteriza es su carácter imprevisible. Está muy bien en este momento, pero nadie puede asegurar cómo estará después de un momento; de tal manera que el golpe de efecto desestabiliza totalmente al otro, quien queda atontado por algún comentario injurioso, la frase hiriente, el desprecio y la lista de cosas supuestas que ha hecho o dejado de hacer.

El abuso verbal es manipulador, insidioso, controlador, puede ser abierto o encubierto. Está constantemente rebatiendo y corrigiendo todo lo que dice y hace el otro. Si una pareja tiene una discusión sobre un tema real, éste puede ser resuelto, pero para ciertos individuos todo vale y pueden enfrascarse por horas en donde no hay conflicto específico. Por consiguiente, la misma discusión la tendrán muchas veces durante muchos días, meses y años si es que existe alguien que lo resista.

El abusador verbal puede juzgar y criticar a su pareja y luego expresar su juicio de una manera crítica. Si la otra persona objeta, le contestará que simplemente está señalando algo para ayudar a la pareja, pero en realidad está expresando su falta de aceptación al otro.

No hay que olvidar que si una pareja retiene información y sentimientos que devienen en resentimientos, termina por debilitar el vínculo. Amenazar es una forma clásica de abuso verbal. Manipula a su pareja haciendo que surjan en ella sus mayores temores; esto incluye la amenaza de irse o divorciarse.


Pienso que tergiversar la realidad y la verdadera experiencia de la pareja es sumamente destructivo. Es una forma muy insidiosa de abuso verbal, porque niega todo aquello bueno y noble que ha hecho el otro, distorsiona la percepción real y muy pronto el abusado tratará de cambiar su comportamiento consciente o inconscientemente para no perturbar al abusador.

La negación puede ser muy dañina pues anula la realidad de la pareja. De hecho, un abusador verbal podría leer esto e insistir que no es abusivo.

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