La política de confrontación

Latinoamérica es uno de los continentes más ricos del mundo, no sólo por la variedad climática sino por su fauna flora y la infinita variedad de especies marinas de los mares que la circundan. Desafortunadamente desde la época en que nuestros países se independizaron empezaron a aparecer los supuestos Mesías que nos salvarían del colonialismo y los supuestos peligros exteriores.

En el pasado las dictaduras y ciertos gobiernos encabezados por caudillos
hicieron mucho daño a la región, pues no basaron las administraciones en la distribución equitativa del producto de las riquezas del subsuelo y el mar territorial sino que fundaron monopolios y favorecieron a aquellos adinerados que eran una parte mínima de la población.

Por algún tiempo la democracia ha sido la que ha reinado en la región, pero últimamente han aparecido aquellos “salvadores” que argumentan que van a re fundar sus naciones, que han comenzado una supuesta revolución bolivariana y demagógicamente convencen a sus crédulos votantes que los librarán de supuestos enemigos.

Es demagogia pura hacerse las víctimas, decirle a su pueblo que todo anda mal porque hay países o personas que supuestamente han robado sus riquezas; es argucia política insinuarles por un lado a los emigrantes que regresen a sus países y por otro estar llegando a acuerdos con otros países para que reciban a aquellos que huyen de la pobreza y desean encontrar un lugar tranquilo en donde tener un trabajo decente para poder vivir dignamente.

¿No resulta contradictorio hablar a sus conciudadanos de grandes mejoras, de cambios radicales en las políticas económicas y de otra parte hacer acuerdos bilaterales para la buena marcha de la emigración?

Esos mandatarios que expresan que la población de su país ya es supuestamente poseedora de muchas cosas, deberían explicar a sus conciudadanos cómo y en qué momento serán dueños de los recursos de la nación, pero no con palabrerías sino dejando atrás los salarios de miseria, las pensiones jubilares mínimas que no les alcanza a los mayores ni para sobrevivir una semana; que accedan a un Seguro médico digno.

Sería bueno que esos gobernantes expliquen cuándo la gran masa de la población podrá salir de la miseria (cosa muy difícil) y cuándo tendrán los mismos derechos que aquellos que detentan, de alguna manera, el poder.

Esos nuevos Mesías dividen a la opinión pública, se enfrentan con la prensa, buscan llamar la atención descalificando a quienes no piensan como ellos, la confrontación es el ardid cotidiano para ocupar las primeras planas de diarios y revistas, y lo peor es que algunos de ellos llevan sus andanzas conflictivas al plano internacional, con discursos muy cercanos a la disputa, al irrespeto y al altercado dando claras muestras de desconocimiento de las elementales reglas de cortesía, diplomacia y sensatez.


Alguien me ha dicho que lo que sucede con los electores de esos países
es que guardan la esperanza que alguno les resuelva los problemas sociales, que sean una alternativa diferente a las vividas hasta hoy, que probablemente están cansados de ver el mismo panorama siempre; es un modo de pensar que no comprendo, pero respeto esa opinión.

Si queremos que el mundo evolucione a nuestro favor, comencemos por innovarnos, ser más optimistas, más positivos, más trabajadores, mejores padres, mejores hijos, mejores amigos, mejores vecinos… y mejor no sigo.

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