La terrible historia de la Esclavitud I



Hace un año me horroricé con la noticia del rescate policial de 31 esclavos en una fábrica de ladrillos situada en Linfen (China), de propiedad de alguien “bien relacionado”. Estaba vigilada por perros y matones, no contaba con licencia de funcionamiento pero seguía abierta por las conexiones de su dueño, Wang Binbin, hijo del secretario local del Partido Comunista.

Todos los rescatados presentaban moratones, heridas y quemaduras en el cuerpo, y eran forzados a trabajar cada día desde las cinco de la mañana hasta altas horas de la noche y los mantenían únicamente a pan y agua.

El trauma sufrido por esos chicos ha sido tal que muchos de ellos recuerdan su nombre, pero desconocen otros datos como el de sus familiares o su lugar de procedencia pues fueron reclutados en estaciones de tren y otros lugares de paso y, una vez en la fábrica, no podían salir del edificio.

En China millones de personas cambian el campo por la ciudad para tratar de beneficiarse del crecimiento económico trabajando en la construcción de rascacielos, ensamblando coches o arriesgando su vida en las peligrosas minas de carbón. Pero la mayoría acaba trabajando a cambio de casi nada, sin ningún tipo de seguridad, sin ningún control gubernamental, sin contrato, ni opción de protestar.

Esclavitud es el estado o condición social por la que una persona queda sujeta al dominio y voluntad de otra, y por ello privada completamente de su libertad, convertida en una mercancía susceptible de ser alquilada, comprada o prestada. En la actualidad la esclavitud no es un asunto aislado de ciertos lugares del mundo; pero antes de hablar de los otros horrores es mejor hacer un poco de historia:

La esclavitud parece ser tan vieja como la humanidad. Encontramos vestigios de ella en los relatos de Platón, posteriormente en el Pentateuco en donde describen los supuestos maltratos que los hebreos recibían mientras fueron esclavos en Egipto.

En la época del Imperio romano podía cualquier persona volverse esclava, entre otras cosas, si no pagaba las dudas contraídas, claro si nacía esclavo, sólo la manumisión lo libraría de tal situación.

¿Qué era la manumisión?

Era el acto por el cual el dueño de un esclavo lo liberaba y lo hacía ciudadano con la consecuencia para éste de pasar de la categoría jurídica de cosa, a miembro de la sociedad civil con los derechos más o menos disminuidos pues el liberto se hallaba ligado a su antiguo propietario por la relación de patronato.

Sí, en la antigua Roma los esclavos eran considerados cosas, y cuando alguien quería adquirir los fundos situados en el Imperio, se los vendían con las servidumbres que les correspondieran, los esclavos y, las bestias útiles para la carga y el tiro de carretas.

De una manera resumida, en la antigüedad no sólo tenían esclavos los romanos sino los babilonios, quienes no los trataban muy amigablemente, eran marcados, comprados o vendidos; tenían el valor comercial de un asno, según Hammurabi.

En Egipto la mayoría de los esclavos pertenecían al faraón, trabajaban en las minas, en las canteras o como soldados mercenarios. No fueron muy numerosos pues las clases sociales más pobres vivían y trabajaban de modo muy semejante a los esclavos.

Los filósofos griegos consideraron la esclavitud como el fundamento económico sobre el cual era factible que el hombre libre desarrollara una actividad política e intelectual. El tráfico de esclavos era la actividad más rentable. Su centro fue Atenas y posteriormente Delos y Rodas.

Para que esto no se haga muy largo, en la próxima les cuento qué sucedió al respecto en la Edad media.

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