La noche de las velitas



En Colombia la celebración de las fiestas decembrinas comienzan la noche del siete, llamada la noche de las velitas. Esa noche se encienden las luces que le han colocado a los árboles de las avenidas y parques, lo mismo que infinidad de adornos multicolores que ponen los comerciantes. Ello me ha traído a la mente una maravillosa historia.

El trabajo de don Gregorio le obligaba a viajar constantemente, pero había fechas en que él siempre se reunía con su familia: jueves y viernes santo, el día de la madre, la noche de las velitas, la semana desde el 24 al 31 de diciembre y naturalmente nunca faltaba al almuerzo familiar del primer día del año.

El siete de diciembre trabajaba hasta las cuatro de la tarde, llegaba a casa y con su esposa y sus hijos preparaba las antorchas, faroles y adornos luminosos que su mente y su bolsillo le permitiera realizar. A las seis de la tarde encendía todas las luces, las que cuidaba hasta después de media noche que no fueran a causar incendio o inconveniente alguno.

Luego de comer algo con su familia se alistaban para salir y los llevaba a un pequeño paseo que sus hijos recordarían por mucho tiempo. Primero se dirigía a los lugares en donde las figuras luminosas fueran más creativas y hermosas, les mostraba los árboles llenos de bombillos multicolores; pero su preferido era uno enorme, muy frondoso, bellísimo: un árbol de mango. Estacionaba su vehículo estratégicamente de manera que los chicos no tuvieran que bajarse del auto para poder admirarlo.

Don Gregorio parecía soñar con mejores días, con amores idos, con días hermosos. Su semblante irradiaba paz, les decía a sus hijos que desde niño había visto ese mango tan bello, que anhelaba que siempre estuviera allí.

Luego los llevaba a los barrios periféricos en donde realmente vivían una verdadera fiesta esa noche. A lo lejos se notaba un paisaje policromado, de luces, de fuego, de alegría, de música y de sabor tropical. Los vecinos compartían muchas cosas, hacían concursos del adorno más original, jugaban a la vaca loca, cantaban o saltaban alrededor de una hoguera, algunos elevaban uno de los globos que tenían destinados para navidad, asaban algo para comer mientras compartían hasta el filo de la media noche.

Era otro mundo. Don Gregorio no solo quería que sus hijos se distrajeran observando una parte de las expresiones populares sino que también deseaba, y lo expresaba, que los chicos se dieran cuenta que no era necesario crecer en la abundancia para aprender a compartir y a ser feliz con muy poco.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué coincidencia! La fiesta religiosa que celebran los judíos en diciembre se hace encendiendo cada día una velita en el candelabro de los siete brazos y se llama "la fiesta de las luces".

Shalom

Rud dijo...

Eso prueba que es muy difícil ser auténtico. Las ideas cristianas vienen del judaísmo y otros; las costumbres se repiten en diferentes culturas. De todas maneras son motivos para compartir en familia, entre otros.
Muchas gracias por leer mis elucubraciones.
¡Felices fiestas!

García Francés dijo...

Querida paisana, Dª RUD, le deseo a usted, a su familia y personas queridas, así como a todos los colombianos que están hoy en España, sólos, sin sus familia y amigos, el más feliz Año Nuevo.

Y no lo olviden, amigos, ¡COLOMBIA ES PASIÓN!

Azul... dijo...

Rud, qué hermosa historia y qué tradición tan linda tiene Colombia, país hermano de mi Venezuela. Gracias por regalárnosla :)

Te mando un besote y te deseo un año nuevo maravilloso, lenito de lo que tu corazón desee

¡¡¡Feliz 009!!!

Rud dijo...

A don García Francés y a Azulita, muchísimas gracias por sus buenos deseos. También anhelo que mi Dios les envíe sus más selectas bendiciones y que sus sueños sigan haciéndose realidad.
¡Feliz 2009!