Las buenas costumbres I



Si alguien infringe una norma jurídica debe pagar una pena por su descuido, negligencia o su mala conducta; pero cuando se trata de una regla social lo único que pasa es que esa persona quede con fama de descortés o mal educado.

Hace unos días alguien se quejaba en su blog, de la falta de consideración de algunos de sus conciudadanos y la descortesía imperante en algunos sectores de la sociedad, argumentaba que los turistas decían que su ciudad era la más amable del país y se interrogaba de cómo sería de difícil en otro lugar.

En realidad son muy contados los turistas que no halagan a la gente del lugar en donde se encuentran, al fin y al cabo están de visita. Sería bueno que la amiga ponga atención a las bellezas que dicen del país los futbolistas extranjeros que desean les den trabajo, los cantantes o artistas que necesitan del favor del público y quienes vivimos enamorados de la vida y lo vemos todo color de rosa pues vivimos en las nubes. No todo lo que se dice en un momento dado es cierto.

En todas partes del mundo existen personas muy amables y otras que lo son menos.

Las buenas costumbres se aprenden en el hogar, si los hijos nos ven saludar ellos nos imitan, si nos hacemos los gringos también. Todo depende del lugar en donde estemos y de las personas con quienes nos encontremos.

En los pueblos toda las personas se conocen, se saludan, se ayudan si fuera necesario, se enfadan, se contentan y a veces hasta se soportan en nombre del buen vivir. Pero si se trata de una ciudad de más de dos o seis millones de habitantes, disculpa, a veces ni siquiera conocemos a todos los que viven o trabajan en el mismo edificio.

De todas maneras, en Bogotá, por ejemplo, hay barrios o sectores se estratos tres o cuatro en que algunos se reúnen en las típicas tiendas de barrio en donde venden de todo, desde pan y leche, hasta cerveza y preservativos. A esas tiendas van personas que viven cerca, pero la mayoría de las veces compran allí los transeúntes. Sin embargo, todos al llegar saludan muy cálidamente al tendero y a todos los presentes les dicen: “buenos días, o buenas tardes, vecinos”; si alguien está comiendo algo: “que le haga buen provecho, vecino”.

Las grandes ciudades se deshumanizan, pensemos en todas las personas que se ven, hasta en películas, buscando comida en los basureros. En el mundo existen países en que la gente es más acogedora; por ejemplo, al llegar a China, hay que avisar cómo nos recibieron los empleados de aduana y otros. Eso demuestra que están muy interesados en mostrar una buena imagen y atraer turistas, mientras que si llegas a un país como Ecuador, los agentes de inmigración se muestran hoscos y descorteses.

Las buenas costumbres son maravillosas, lo cortés no quita lo valiente. Si alguien conocido no nos saluda será porque está distraído, se siente insatisfecho, no se siente bien, no fue su mejor día…

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