Enfermedad crónica de salud pública


Enfermedad crónica es aquella patología de larga duración, cuyo fin o curación no puede preverse o no ocurrirá jamás. En otras palabras, es la enfermedad que, pasada su etapa aguda, sigue meses y meses o el paciente siente mejoría temporal y nuevamente vuelven a aparecer los síntomas sin que se avizore mejoría.

Para que una enfermedad sea considerada de salud pública, considero que deba ser un mal al que esté expuesta la mayor parte de la población del país que haga dicha declaración.

El 15 de junio del año en curso, leí una noticia en El Tiempo que me dejó pensando mucho, hablaba de la ley aprobada por el Congreso de la República de Colombia en el que declaraba a la obesidad una enfermedad crónica de salud pública.

Eso francamente me parece un disparate porque lo que primero deberían es declarar como cuestión de salud pública es a los diferentes tipos de adicciones como el alcoholismo, el tabaquismo y otros.

Aprobar una ley en base al peso promedio de los legisladores no tiene razón de ser pues la mayor parte de la población carece de los recursos que los congresistas poseen para ingerir enormes cantidades de comida en cualquier momento.

Decir que en Colombia la obesidad va a ser considerada como un caso de salud publica, es abofetear a los miles de personas que se hallan en la desocupación debido a la falta o pérdida del empleo que les permita dar a sus hijos una vida digna y una buena alimentación.

Sería muy diferente si la ley se propusiera conducir a la población hacia una alimentación sana y los buenos hábitos alimenticios. Tener listos en los colegios frutas y verduras frescas es una buena idea, pero para las instituciones en que muchos niños acuden sin desayunar, debería ser cuestión de que el gobierno proporcione esos vegetales a los alumnos, no con la intención de que no sean obesos, sino que les permita llevarse algo a la boca, al menos en los días de clases.

Cada persona debe estar enterada qué es lo mejor para su salud, pero el Estado no puede, por Ley, decir a sus ciudadanos qué pueden o no ingerir. Sobretodo en el colegio, pues todo depende de la situación económica del alumnado.

El lado positivo de esa ley creo que es la intención de procurar que nuestros niños crezcan saludables, pues la comida “chatarra” que consumen las criaturas en los colegios, en el cine y en otros lugares conduce a un crecimiento con carencias de algunas vitaminas esenciales que pueden conducir a la pérdida de defensas, por lo tanto a contaminarse de cualquier enfermedad.

Ahora la pregunta del millón: ¿quiénes van a cultivar tantos vegetales?

Cada vez el campo se va quedando solo pues han desplazado a la mayoría de campesinos que nos proporcionaban alimentos frescos. Otros están dedicados a sembrar plantas para los bio-combustibles…

Para llevar adelante esa ley, habría que poner a caminar la seguridad tanto en las ciudades y carreteras principales, como en los pueblos y caminos vecinales.

Propongo que la nutrición sea ubicada en un primer plano en las políticas y los programas de salud pública, no sólo para tratar de reducir la carga de las enfermedades crónicas a las que conduce la obesidad tales como diabetes, enfermedades cardiovasculares como la hipertensión y los accidentes cerebro-vasculares y patologías dentales; sino para mejorar las condiciones generales de la población.

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