Prohibición de las minas terrestres


Después de un conflicto bélico, además del asolador impacto que ha quedado en la vida de las personas, las minas tienen graves repercusiones a nivel social y económico, en particular para un país que intente reconstruirse, una vez finalizada la confrontación armada.

La presencia de minas puede hacer que sean inutilizables extensas partes del territorio en cuestión. Las tierras de labranza, los pastos y otras zonas para producir alimentos pueden resultar inaccesibles reduciendo, enormemente, la capacidad de la comunidad para sustentarse. También las carreteras y las vías férreas minadas dificultan, en sumo grado, el movimiento de personas y de productos, incluida la distribución de asistencia humanitaria, y, aunque la remoción de esas minas, sea esencial, es un proceso muy largo, peligroso y costoso.

En 1997 el premio Nobel de la paz fue otorgado a Jody Williams y a la Compañía Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres. Enseguida los antecedentes.

En 1991, señora Jody Williams comenzó una campaña para prohibir la producción de esa arma de bajo coste económico, pero de gran efecto destructivo, especialmente sobre la población civil. Pese a la resistencia de los Estados productores y consumidores de las minas, la campaña emprendida por la señora Williams se convirtió en una coalición planetaria, integrada por casi mil organizaciones no gubernamentales de carácter humanitario en más de cincuenta países.

Para poner en marcha esta gran alianza, la Compañía Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres, utilizó a fondo las posibilidades ofrecidas por las nuevas tecnologías de la comunicación. Como resultado de la presión de la campaña y su impacto sobre la opinión pública, más de cien Estados (según el libro “Ciencia Política” de Joseph Vallès) firmaron, en diciembre de 1997 en Ottawa (Canadá), un tratado internacional para la prohibición de la fabricación, almacenamiento, transferencia, exportación y uso de las minas antipersonales, junto con la destrucción de los arsenales existentes y un compromiso para la desactivación de los campos minados.

El 9 de diciembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 52/38A, en la que se exhorta a todos los Estados del mundo a firmar y a ratificar la Convención, así como a contribuir a su total cumplimiento y eficaz aplicación.

¿Sabes qué? Como siempre, algunos de los principales productores, exportadores y usuarios mundiales de minas terrestres no participaron activamente en las negociaciones del tratado de Ottawa, y aún no lo han firmado.

7 comentarios:

Ricardo Tribin dijo...

Querida Rud,

Que bueno que toques este tema.

Esto de las minas deberia ser mas que criticado por las organizaciones de derechos humanos.

Un abrazo bien grande y un feliz fin de semana.

Rud dijo...

¡Hola, Ricardo!
Me alegra que te haya gustado mi escrito. Las organizaciones de DH, muchas veces han estado resguardando los derechos de los insurgentes, sin pararse a pensar que sus víctimas también son seres humanos.
Cordiales saludos

esteban lob dijo...

Hola Rud:

Para colmo, muchas veces aquellas minas afectan a quienes desarrollan la labor de tratar de desactivarlas.

Un abrazo.

Isabel Estercita Lew dijo...

Hola Rud, agradezco tu visita y comentario en mi blog.
No se por qué no me extraña ni un poco que algunos de los principales productores, exportadores y usuarios mundiales de minas terrestres no hayan participado de estas negociaciones. Gran iniciativa la de Jody Williams, aunque yo prohibiría la fabricación de toda y cualquier arma.

Saludos

Estercita

Jimmy dijo...

Las minas las prefiero de oro y en mi jardín. (que ya me encargaré yo de repartir)

Ricardo Tribin dijo...

Mi muy apreciada amiga Rud.

Te envio grandes abrazos y mis deseos por unas muy felices Pascuas de resureccion.

Ah...y que Viva Colombia, sin secuestros ni minas.

Rud dijo...

Esteban, tienes razón, la película “En tierra hostil” ganadora del Óscar 2010, trata precisamente el tema de la peligrosa labor de desactivar los campos minados.
Isabel Estercita, en verdad, debería prohibirse la fabricación de armas. Probablemente sin ejércitos viviéramos más felices.
Jimmy, es muy probable que tengas una mina de oro en tu jardín, quizás aquel tesoro dejado por el capitán “Ala Triste” :)
Ricardo, muchísimas gracias por tus buenos augurios.
Cordiales saludos a todos y felices pascuas