Cambio

El vocablo “cambio” es muy rico, posee muchas acepciones; desde dar, poner o tomar una cosa por otra, hasta la expresión física que designa el paso de un estado a otro. En comercio, en Economía, en Derecho, en Filosofía, equitación, fonética, lingüística y otros, tiene su propio significado.

Existe una manera muy frecuente de utilizar esta palabra entre las personas comunes y corrientes, a veces se escucha a alguien decirle a su pareja: “tú sigues siendo la misma desde que te conozco, no he visto en ti un cambio de actitud que pueda hacerle bien a nuestra relación”.

Ese reclamo habla de cambio que en ese caso puede ser positivo o negativo según la mentalidad de quien lo exprese. Pero esa expresión de pareja debo retomarla cuando desee hablar de una aceptación intepersonal.

Hoy quiero referirme a ese “cambio” que en las últimas décadas ha sido utilizado por las grandes maquinarias de marketing político. En este sentido la gente encuentra a dicha palabra como la expresión de algo mágico.

Los candidatos a ejercer un cargo en cualquier función estatal, organización empresarial o magistratura, que tengan dentro de sus logotipos propagandísticos la palabra cambio, son aquellos que llegan a alcanzar mayor popularidad.

¿Cambia algo cuando se eligen nuevas autoridades?

Sí, claro. Varían las personas que enrumban la empresa, el organismo o el país; varía su manera de afrontar las diferentes situaciones, pero en el fondo todo sigue igual. Es posible que las nuevas autoridades tengan buenas intenciones, que traten de enmendar errores del pasado, que intenten reactivar la economía, que hagan lo posible por seguir siendo populares, etc. Pero lo sustancial ha de persistir.

Los logros en cualquier situación, empresa o función podrían conseguirse si todos ayudáramos, si pusiéramos de nuestra parte para que aunados pudiéramos alterar el ritmo de los acontecimientos. Un gerente, un presidente o un alcalde no le hacen girar de rumbo a la vida de nadie. Tenemos que seguir trabajando para sobrevivir.

Si tuviéramos que escoger a una persona para que lleve al país por una senda que acabe con la violencia y la miseria, primero dejémonos de ser violentos en nuestras relaciones personales, abandonemos la dureza que se entrevé en los cometarios de los foros de opinión, ocupémonos por lo menos de alguna persona que se encuentre mal y poco a poco podremos ver renacer la esperanza de vivir con equidad.

El cambio tan anhelado por muchos, no está lejos, está dentro de nosotros, en nuestra manera de afrontar las situaciones, en nuestro modo de aceptar a los demás.

6 comentarios:

Genín dijo...

Aquí el cambio de politicos es imposible, vendrían otros iguales, con lo que no habría cambio...
Salud

Luis dijo...

Hola Rud:
Muchas cosa tendrían que cambiar...!!!
La sociedad actual se ha convertido en una "selva" donde sólo impera el comer o ser comido.
Cambio o canvi si es castellano o catalán nos indica lo que podría ser y no es... ¡por desgracia!
Con mb o nv, ya que así cambiamos la forma de escribir la palabra, para no cambiar nada!
Saludos,
Luis

esteban lob dijo...

Hola Rud:

Comparto contigo en que si cada uno de nosotros no pone algo para el "cambio" nada cambia.

Cariños.

Isabel Estercita Lew dijo...

Rud, estoy de acuerdo con tu planteo, personalmente trato de ejercer ciudadanía y también de convocar a la gente a que lo haga, para no permanecer en el diagnóstico, o en la queja

Saludos

Estercita

Anónimo dijo...

“tú sigues siendo la misma desde que te conozco, no he visto en ti un cambio de actitud que pueda hacerle bien a nuestra relación”.

Rud:
Añado la respuesta frecuente a tu frase de arriba, sería:
- Yo nada tengo que cambiar, cambia tú.

La palabra cambio tiene variadas acepciones.
Tu cita de arriba se refiere a una modificación de actitud personal.
Por lo general la concepción de cambio implica un beneficio para quien lo desea.
Mas, para realizar un cambio es imperativo el querer hacerlo y luego el poder hacerlo. (Este es el talón de los políticos honestos).

En pareja, el cambio es ineludible, pues eras una y ahora eres parte de una yunta seguida de un arado en busca de cosecha.
La aceptación de un cambio sugerido, (lo creemos impuesto), resiente nuestro libre albedrío. Pero existe el amor en el diálogo comprensivo.
- Trataré de cambiar porque te quiero y porque como dice Arjona:
"NO TE CAMBIO POR NADA".

Rud dijo...

Hola, Genin, me parece que la mayoría de políticos únicamente persiguen el poder; sólo utilizan el término "cambio" para deslumbrar al electorado.

Hola, Luis, en verdad mucho hay que cambiar, sobretodo nuestra manera de buscar la comodidad personal sin ser conscientes de hasta qué punto esa actitud pueda perjudicar a otros seres humanos.

Hola, Esteban, tienes razón. ¿Sabes? Hubo un tiempo que en mi país había campañas de concienciación respecto del cambio de actitudes. Había unas calcomanías con este mensaje: "mi paz es tu paz, y tu paz es la paz del mundo".

Isabel Estercita, veo que no sólo escribes artículos muy sui géneris sino que el civismo es tu fuerte. Me alegra por ti.

Señora o señor anónimo, considero que el sujeto que sea capaz de recriminar de esa manera, no tenga la decencia suficiente para "aguantar" que la otra persona le proponga que quien deba cambiar sea él.
Le agradezco mucho que haya pasado por aquí y haya dejado unos conceptos tan enriquecedores. Muchas gracias.

Cordiales saludos a todos