¿Se puede curar el pesimismo?

Pienso que sí se puede combatir el pesimismo, sólo falta tener buena voluntad y comenzar por aceptar que hay un problema en la mente que vuelve todo color de hormiga: es posible que haya reacciones exageradas que desencadenen sólo pensamientos negativos.

Es necesario ver el lado positivo de la vida, caminar erguidos observando el paisaje, la frente en alto como quien va al encuentro con el futuro y jamás aferrarnos al sufrimiento.

En nuestra existencia siempre ha de haber dificultades, lo importante es enfrentarlas y tomarlas como una oportunidad para superarlas y aprender de ellas; en verdad que nuestra cotidianidad fuera muy sosa si siempre todo saliera a la perfección. A los obstáculos, debemos verlos como retos en lugar de como impedimentos.

Son necesarias grandes dosis de autoestima. Cada quien debe saber cómo es, estar siempre ocupados, reconocer nuestros defectos sin flagelarnos. Es bueno tener la costumbre de ponernos metas y alcanzarlas.

Algunos de mis amables lectores me han dicho que el pesimismo puede ser patológico, que existen casos a los cuales sólo la ciencia médica puede curarlos; de ser así, hay que acudir al médico lo más pronto posible, seguir sus instrucciones que han de incluir ejercicios físicos, hermosas lecturas, socialización, paseos y una buena ración de reflexión acerca de los sucesos que le acontezcan a la persona que lo sufra.

No hay que darse por vencidos ante la adversidad: veamos el lado positivo de la vida, se puede sacar provecho de todo cuanto nos suceda, incluso de acontecimientos desagradables.

Cuando el desánimo nos visite, llenemos nuestra mente de situaciones agradables, pensemos en lo bien que nos sentaría estar alegres; cantemos, escuchemos buena música, brindémosle una sonrisa a las situaciones nefastas y aprendamos a combatir las ideas negativas.

El pesimismo

Algunas personas llevan al extremo sus sentimientos negativos al punto que parecería que fuesen capaces de poner una gran muralla entre la realidad y sus lúgubres pensamientos pues se vuelven incapaces de discernir y darse cuenta que la vida no es tan trágica como creen.

¿Qué es el pesimismo?

Es la propensión a juzgar las cosas por su aspecto más desfavorable.
Pienso que el pesimismo es el resultado de una insistente acumulación de enfados, decepciones y fracasos a lo largo de toda una vida (si quienes se instalan en él son personas ya maduras), o puede ser una actitud voluntariamente elegida, una posición supremamente negativa ante ellos mismos y ante los demás que responde a percepciones muy subjetivas, opiniones poco razonadas e incluso a un cierto modo demasiado personal de entender las cosas.

Al pesimista no le satisface nada, al menos es lo que expresa cada vez que se le presenta alguna oportunidad, se empeña en saberse infeliz y tiene la penosa facilidad de amargarle la vida a quienes tenga a su lado.

¿Cómo actúa el pesimista?

Primeramente en una conversación termina haciéndose la víctima, siempre ve todo de manera negativa o desfavorable, con insatisfacción y tristeza; es campeón en formar y formarse problemas de la nada, generalmente se tortura con todo lo inconveniente que le haya pasado o crea que le pueda suceder.

Es muy común que elija un problema muy negativo que le haya sucedido en el pasado, que lo fije para siempre en su cerebro de manera imborrable para traerlo al presente una y otra vez, parecería que su existencia sólo girase en torno a ese recuerdo.

Da la impresión que el pesimista quisiera flagelarse constantemente con sus pensamientos negativos y de paso mortificar hasta el cansancio a quien le acompañe.

Para tener en cuenta:

Algunas veces los pensamientos y manifestaciones pesimistas, podrían ser reflejo de la existencia de un trastorno emocional caracterizado por el abatimiento y la infelicidad, los médicos lo llaman depresión.

Una reflexión:

Nosotros somos los únicos responsables de lo que nos suceda.

La distribución de la riqueza

He escuchado a mucha gente decir que la distribución de la riqueza ha sido inequitativa, y les pregunto que si acaso creen que durante la historia de la humanidad ha habido alguien encargado de hacer dicha repartición y no lo ha realizado como es debido.

Es un tema muy controversial pues la adquisición de bienes materiales va ligada a la inteligencia, la creatividad, el talento, el deseo de salir adelante y las oportunidades que tenga cada persona. Para ser adinerado no es necesario haber nacido tal, lo que verdaderamente se necesita son las ansias de trabajar y que aquello resulte productivo.

Alguien opinaba que si cada uno de nosotros nos preocupáramos de algún indigente, les cambiaríamos el panorama a muchas personas. Francamente no creo que se ayudara mucho, pues los necesitados suelen reproducirse espontáneamente: cuando hay catástrofes, por ejemplo, por cada cien damnificados verdaderos, aparecen doscientos que no lo son; igualmente resultaría con las ayudas que devendrían en limosnas las cuales siempre han hecho mucho daño pues sus beneficiarios se vuelven perezosos.

Existen grupos ligados a ciertos criterios políticos que culpan de la pobreza al hecho de haber sido anteriormente colonia de alguien; no se dan cuenta que muchos de los países menos desarrollados como Afganistán, Liberia, y Nepal, por ejemplo, nunca han sido colonias.

Los países cuyos gobiernos han escogido impedir el comercio, la propiedad privada, y la producción han quedado rezagados. Mientras que los países que han optado por el libre mercado y el desarrollo de la iniciativa privada, les ha representado una enorme prosperidad para sus habitantes: los unos han optado por el control y otros por la liberalización.

Pienso que lo primero que deberían hacer los gobiernos sería educar; hacer menos propagandas de sí mismos y más escuelas bien construidas, equipadas y con profesores bien pagados. Luego sería alimentar equilibradamente a la población infantil y preocuparse por su salud física y mental.

Finalmente, si el Estado no fuera capaz de administrar los recursos de manera que generara suficiente trabajo, debería impulsar las empresas privadas para que produzcan plazas de trabajo que lleven a la población a un crecimiento económico y a existir de un modo más digno.

El opositor anti-castrista en el exilio, Carlos Alberto Montaner dijo alguna vez algo que me pareció sabio:

"Hay que educar en las escuelas y en las familias para que todos sepamos que el precio de la libertad incluye la molestia de tener que aceptar la convivencia con factores ingratos."

¿Qué podemos hacer?

Cuando sobreviene alguna catástrofe, la mayor parte del mundo se moviliza y se preocupa de quienes se encuentran en peligro inminente o desgracia. Los sucesos del año pasado en Haití nos conmovieron profundamente, los países occidentales acudieron en ayuda de nuestro hermano menor en América.

No sólo se instaló allí ayuda de la Cruz Roja Internacional, sino de la ONU, de muchas organizaciones no gubernamentales y, sobretodo, una Comisión Interina de Reconstrucción co-presidida por el ex presidente de EU Bill Clinton y el primer ministro haitiano, Jean-Max Bellerive. ¿Qué sucedió?
¿Será que tanta gente con deseos de ayudar no pudo organizarse debidamente?

Parecería que allí en ese pobre país hubiese un vacío de poder inmenso. Si un año después de la


tragedia existe más de un millón de personas durmiendo en espacios públicos, si aseguran que cerca de ochocientas mil personas continúan viviendo en campamentos improvisados sin agua, sin energía eléctrica, ni servicios sanitarios, no solo demuestra el por qué ahora haya una epidemia de cólera, sino que quienes han tenido la responsabilidad de la reconstrucción posiblemente les ha faltado capacidad de acción y de decisión.

En todos los países existen organismos encargados de pedir ayuda para resolver lo de Haití: el Comité Internacional de la Cruz Roja, el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Internacional para las Migraciones y UNICEF, pero ¿qué ha pasado con los recursos recibidos y que parecería que no llegaran a quienes lo necesitan?

Creo que la cultura, la educación y una buena administración de la economía harían mucho bien para el renacimiento de aquel país caribeño; entretanto, ¿qué podemos hacer?