El embarazo deseado

Es un estado muy natural por el cual, en algún momento de la vida, puede pasar una mujer.
Cuando nos enamoramos, en un porcentaje muy alto, deseamos tener hijos con esa persona que amamos.

Los primeros síntomas varían en cada mujer; cada embarazo es distinto. En los tres primeros meses pueden aparecer mareos y náuseas matutinas debido a las alteraciones hormonales que tienen lugar en el organismo; es posible que la futura madre no pruebe alimentos que antes le fascinaban o que comience a agradarle cosas que antes detestaba.

A la alegría de ver confirmado el acontecimiento deseado, sigue el hecho de asumir que la vida no volverá a ser la misma; atrás van a quedar las delicias de una existencia sin mayores responsabilidades, y la libertad sin algún tipo de trabas, luego del nacimiento del bebé pasará a ser asunto del pasado: comienza el proceso mental por el cual se deja de ser un particular para entrar a asumir el papel de padres.

Un embarazo deseado significa la culminación de un gran sueño, el disfrute de una nueva situación, un horizonte cargado de miles de expectativas y tareas que los futuros padres deben aprender a alternarlas gradualmente.

El embarazo es una bendición, la cual hay que enfrentar con responsabilidad, sin manipulaciones, sin miedos, con alegría, con mente positiva y con el pensamiento de que el hijo ha de heredar, no solo nuestros ojos verdes o castaños, sino algo de nuestro carácter, de nuestras manías, de nuestros miedos y de nuestro comportamiento en general.

Ternura

Una pareja de jóvenes enamorados compartieron conmigo su felicidad: van a ser padres.

En una memoria electrónica llevan grabada la última ecografía efectuada a la futura madre. "El médico aseguró que en ese momento el bebé mide cinco centímetros" expresó muy emocionada la joven, y su marido me dijo:

"Observa esto, es su manecita".







En verdad, me emocionó sobremanera la dulce expresión de su rostro: nunca había visto y sentido en un joven tanta ternura…

Afuera, en el fondo oscuro de la noche, las estrellas brillan cual ardientes pupilas de fuego, y la luna con su plateada luz baña el jardín mientras pienso que si no fuera por el infinito amor matizado de esperanza, la humanidad ya se hubiese extinguido.

Rossini, compositor

Ayer Google ha rendido homenaje al compositor lírico italiano Gioacchino Rossini quien nació en un año bisiesto hace 220 primaveras. Se le sitúa cronológicamente entre los últimos grandes representantes de la ópera napolitana como Cimarosa y Paisiello; y los primeros de la romántica: Bellini y Donizetti.

Rossini ocupa un lugar preponderante en el repertorio clásico italiano gracias a su óperas bufas como Il barbiere di Siviglia (El barbero de Sevilla), La Cenerentola o L’italiana in Algeri (La italiana en Argel), las cuales le dieron fama internacional.

Aunque tiene en su haber obras magníficas de reconocida belleza, los biógrafos de Rossini aseguran que a él más le encantaba la gastronomía que la música. Por su aspecto diríase que le fascinaba más comer, de allí las caricaturas con aspecto circular.

Hay algo que me ha fasciado de Gioacchino y lo quiero resaltar: buen humor, excelente gusto por los manjares y un gran cocinero, preparaba deliciosos platillos, sobre todo los macarrones, de los cuales dicen que era un apasionado. También lo era del paté de pollo con cangrejos a la mantequilla.

La receta de sus macarrones ha llegado hasta nosotros por su chef amigo Antonin Carême, que la describe en su tratado de potajes italianos. No son muchas las recetas que llevan el nombre de este personaje de la música. Si alguien tuviera curiosidad por dichas recetas puede verlas aquí.

Estas son algunas de sus óperas:

La Piedra de Toque (1812) - La Italiana en Argel (1813) - Tancredi (1813)
El Turco en Italia (1814) - Isabel, reina de Inglaterra (1815)
El Barbero de Sevilla (1816) - La Cenicienta (1817)
La Gazza Ladra (1817) - El Conde Ory (1828) Guillermo Tell (1829)