El poder de la oración




No voy a hablar de religión, ni de libros sagrados, sino de una creencia muy arraigada en la población occidental: el poder de la oración.


Es que la idea del poder inherente que posee la oración se ha hecho muy popular porque encierra todas las buenas intenciones que pueda tener el ser humano por uno de sus semejantes; esos pensamientos positivos que emanan de las mentes generosas con deseos de enviar el bien y las fuerzas positivas a otras personas me parecen un acto de amor desinteresado único.


Expresar los anhelos de bienestar y salud para nuestros hijos, para los familiares, es muy común, pero entrar en un verdadero trance a favor de una persona desconocida tiene un valor infinito y es una muestra de la calidad humana, de bondad, fe y esperanza de quien se interesa por la sobrevivencia ajena.

La oración espontánea, aquella que sale de nuestros más nobles sentimientos, nos da el gran poder de la tranquilidad espiritual, la confianza en medio de la tormenta y la seguridad de que no estamos solos.


No suelo hablar por este medio de asuntos personales, pero hoy debo hacerlo para agradecer enormemente vuestras oraciones y pensamientos positivos; me habéis reconfortado, me habéis fortalecido, dado ánimo y hasta podría hablar de milagro pues mi hijo ha mejorado quizás en un 85%, ha vuelto a cantar, a sonreír y muy probablemente a soñar.

Millones de gracias para:

Adolfo, Adriana Navarrete, Alí, Amalia, Ámbar, Amparo, Ana Cristina, María María, Carmen, Charo Francés, Cristina, Efrén, Elenita, Esteban, Gabriel, Guillo, José Luis, Lola, Loli Salvador, Lucy, Mari, Marcelina, Maricela, Mauri, Myriam, Nelly, Nhorita, Patricia, Rita, Teresita, Verónica …

Agradecimiento especial para Lisseth Cely y Nilton Giese en Bello Horizonte, sin vuestra ayuda hubiese sido más difícil ese tiempo tan inquietante.

Afectuosos abrazos para todos.