Ejercer el poder con el 70% de la población en contra


En la próxima sigo con el tema de la homosexualidad que está incompleto; hoy quiero referirme a algo preocupante que está sucediendo en un país que es nuestro socio comercial.

La consolidación de la democracia es algo que en la actualidad cada país se esmera en mantener vigente, mucho más un país que por más de 70 años vivió un seudo estado de derecho pues el poder siempre estuvo en manos de un mismo grupo. Hablo de las eleciones más reñidas de la historia de México realizadas el pasado domingo.

Alegremente el electorado se acercó a las urnas pensando en las promesas de su candidato favorito, con la ilusión de días felices para sus hijos o nietos con un empleo digno, menos racismo… en definitiva con la esperanza de un mejor mañana. Su actual presidente, don Vicente Fox, había garantizado normalidad en la fiesta cívica que se efectuaría.

Desafortunadamente al final de la tarde de aquel día la confianza de la población se desplomó cuando los dos principales candidatos salieron por su lado cada uno diciendo que habían ganado. Todos sabemos que en toda contienda debe haber un vencedor, sobretodo si se trata de la apuesta por la Presidencia de la República. Eran los candidatos los llamados a mantener la calma pues el descontento de uno de ellos podría desestabilizar al país.

Así es que el lunes las autoridades competentes anunciaron empate técnico en las elecciones presidenciales y por consiguiente deberían postergar el anuncio oficial de los resultados. Los diarios de todo el mundo expresaron sus temores, sus puntos de vista y en definitiva la preocupación que en ese país estuviera pasando lo peor.

Ayer el diario barcelonés "El periódico" tituló uno de sus artículos así: "La elección sospechosa", habló del enfrentamiento de la derecha de la próspera región septentrional mexicana y la izquierdista y pobre región del sur:
"Como resultado de estas divisiones, la sociedad mexicana se encuentra en un periodo de incertidumbre porque el Instituto Federal Electoral (IFE) anunció que no podía declarar ganador de la contienda a ninguno de los dos competidores. Y no será sino hasta el domingo --o quizá más tarde-- cuando el IFE termine de contar los votos de cada una de las urnas".

Lo último que leí anoche en "El Clarín" de Buenos Aires es que: López Obrador seguía con una leve ventaja sobre Calderón en el recuento de votos. En El País de España, que la gente leería temprano allá, decía: La diferencia entre López Obrador y Calderón se reduce a 1,97 puntos con el 81% del escrutinio. Esta tarde todo ha cambiado: El Clarín de hoy dice: México: el candidato oficialista logra una ventaja irreversible en el recuento de actas cuando ya se han escrutado el 99,95% de ellas.

El diario "El Mundo" por su parte asegura que el recuento definitivo da a Calderón la victoria en las presidenciales mexicanas, mientras que López Obrador expresó a los medios de comunicación: "Nosotros triunfamos en los comicios del domingo, por lo que vamos a acudir a la justicia".

"El País" también destacaba que don Felipe Calderón se ha
impuesto sobre López Obrador por 0,57 puntos al cierre del recuento electoral pero que el candidato izquierdista impugnará las elecciones y exigirá el recuento de votos uno a uno.

Si a mí que sólo soy una colombiana observadora se me ha puesto un tremendo galimatías en la cabeza, cómo estarán los mexicanos con todas las noticias que leerán o escucharán en la radio o en la TV. Si uno de los protagonistas impugna los resultados eso puede derivar hasta en una guerra civil si es que no entra en razón quien haya perdido.

Si en nuestra América no es fácil gobernar teniendo un respaldo mayoritario, ¿qué le puede esperar a un presidente que cuenta únicamente con el 30 o 35% de la aceptación de sus conciudadanos y recibirá a una nación dividida? ¿Cómo puede buscar consensos en el Parlamento para que haya Leyes que respalden su labor gubernamental? ¡Que mi Dios ilumine al ganador!

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