¿De qué hablo?
El día martes 13 de este mes será inolvidable para mucha gente que practica el catolicismo, Joseph Ratzinger, quien actúa en su puesto de jefe de la iglesia católica con el nombre de Benedicto XVI, divulgó su primera exhortación apostólica con el título Sacramentum Caritatis (El sacramento de la caridad).
Ese documento insta a los obispos a la lucha ideológica, a un catolicismo militante, tanto "en el testimonio de la propia fe" como en la defensa de "valores innegociables" como la oposición a la eutanasia, al aborto, al divorcio, a la unión entre homosexuales.
Quien desee ser sacerdote deberá tener muy claro que el celibato ha quedado bien sentado nuevamente, pues la cabeza de la iglesia lo reiteró al considerarlo "una riqueza inestimable".
Pero lo que ha dejado más atónitos a la mayoría de creyentes católicos es el regreso al pasado pues el documento “propone” nuevamente la misa en latín, para ello don Benedicto XVI ha hecho un llamado a los sacerdotes a prepararse para "entender y celebrar la misa en latín". También desea que el canto gregoriano sea el que impere en las celebraciones y quedan limitadas las formas musicales alternativas, como el folklore o el rock. Al parecer intenta superar así el cisma con el ala ultra-conservadora de su Iglesia.
El fallecido arzobispo francés Marcel Lefebvre fundó en Suiza
Sé que el latín jamás ha sido suprimido de ciertas liturgias, sobretodo aquellas difundidas para varios países y también todos los documentos del Vaticano salen en ese idioma; pero querer volver atrás con una medida que ya ha sido erradicada no me parece bien. El argumento de querer acercar el ala ultra-conservadora de la iglesia lo veo como una clara señal de vivir totalmente alejado del tiempo que nos ha tocado vivir y de la realidad.
Aunque la proposición de la misa en latín sea para ocasiones especiales, es muy probable que luego se vuelva costumbre pues ha dicho muy claro que los sacerdotes deben aprender el mencionado idioma.
Ignoro si don Ratzinger ha reflexionado tranquilamente sobre los efectos que ciertas decisiones tienen en la sociedad, sobretodo en la juventud, pues es a ellos a quienes directamente se les cierra las puertas de una iglesia que ha sido en extremo conservadora. Por lo menos a los latinoamericanos nos encantan las celebraciones con guitarras y música alegre.
Es innegable que una celebración religiosa con música gregoriana es mucho más solemne y no deja de tener su encanto. Pero los tiempos y los gustos cambian y esos ritos deberían ser en un lenguaje que comprendan los que estén presentes y con música más cercana a su idiosincracia.
Don Ratzinger en su afán de acercar a los seguidores de Lefebvre ha olvidado que dentro de la tolerancia que proviene del amor predicado por Cristo está el respeto a las singularidades de cada cultura y que la iglesia debería comprender las diferentes realidades sociales.
Existen otros puntos que inquietan, pero los tocaré en la próxima.
2 comentarios:
No leír el artículo. Debe ser patán como el afiche.
Estimados lectores, aunque parezca mentira, no tenía ni idea que la actitud de la mano del pontífice romano fuese una grosería, recién hoy (02 abril) entró mi esposo a leer mi página y me ha dicho que esa es una acción irreverente. Por ello la he quitado inmediatamente.
Francamente había pensado que se trataba de una señal de advertencia pues hace algún tiempo nos visitó un testigo de Jehová y nos señalaba con un dedo diciendo que estábamos desperdiciando la oportunidad que su dios nos daba.
Pido disculpas a mis honorables lectores. En verdad, toda la vida he vivido alejada del mundo exterior, lo conozco generalmente a través de la lectura e ignoro totalmente qué quieren decir ciertas señales.
Saludos.
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