La revolución de Fidel Castro

Ayer amanecimos con la noticia que el presidente vitalicio de Cuba había cedido el poder temporalmente a su hermano menor pues debía realizarse una delicada operación. Inmediatamente han venido a mi mente infinidad de interrogantes acerca de la suerte de la preciosa isla caribeña:

¿Qué sucedería si el comandante Castro, como le llaman sus paisanos, dejara de existir?

En primer lugar la gente que tiene trabajo estaría muy inquieta pues el advenimiento inmediato del capitalismo los dejaría en la calle; los niños no accederían a educación gratuita, la población se vería de repente sin atención médica pagada por el Estado y habría una debacle parecida a lo que sucedió en los países de la ex Unión Soviética. No es que crea que ese país sea un paraíso porque de ser así sería absurdo que haya tanta gente que ha muerto por salir de allí.

Quienes se movilizaran inmediatamente serían aquellos residentes en cierto país del norte que se creerían con derecho para reclamar supuestas propiedades o fábricas nacionalizadas hace casi medio siglo, pero también habría quienes tengan ciertos temores como los que expresa El País de hoy:

“Las autoridades federales de Miami llevan tiempo especulando con un escenario: que el final de Castro suponga un éxodo masivo de Cuba hacia Florida. Pero el servicio de guardacostas señalaba que todo estaba "bajo control". "No se han movilizado barcos. Todos están en compás de espera", según una portavoz. Como los exiliados en Miami”.

¿Quién ha sido Fidel Castro para que levante tanto revuelo su enfermedad?

Ha sido el típico seguidor de José Martí, fundador del Partido Revolucionario cubano en 1892. Ha creado un modelo único en el que es presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y Primer Secretario del Partido Comunista, así ha gobernado a Cuba durante 47 años. Su país pasó del colonialismo español al imperialismo de los EU de manera que Castro comenzó un movimiento en 1953 con la fallida toma del Cuartel Moncada por lo que fue a prisión. Tras beneficiarse de una amnistía fue excarcelado y partió al exilio a México en donde conoció a Ernesto Che Guevara con quien trabó amistad y lo invitó a participar como médico en la expedición revolucionaria que emprendería, dándole el grado de comandante.

El señor Castro derrocó a Fulgencio Batista, entró triunfante en La Habana el 8 de enero de 1959 y emprendió inmediatamente una cacería de todos aquellos que se opusieran a su régimen marxista-leninista, para ello creó Comités de defensa de la revolución. Expropió latifundios, nacionalizó todas las empresas extranjeras; en 1960 estableció relaciones diplomáticas con la ex Unión Soviética lo que le valió el embargo de parte de los EU, el bloqueo económico y la expulsión de la OEA.

Poco a poco llevaría a su Cuba a ser el único país sin deuda externa y otros logros que ya quisiéramos los latinoamericanos, pero su política no ha sido realmente la panacea, de lo contrario no habría todavía disidentes en los penales y tantos que quieren huir en busca de libertad y de un sitio en donde su iniciativa personal les lleve a la autorrealización.

Al parecer Fidel Castro ha conseguido todo lo que ha querido, se ha constituido en una leyenda, aseguran que es carismático y que sus conciudadanos lo aman. ¿Será cierto? ¿Se puede amar a alguien que ha perseguido a sus opositores al punto que en este momento o están muertos o en las cárceles cubanas?

No puedo decir que Cuba sea mejor o peor por su revolución pues no he vivido allá y aquello que vemos como turistas dista bastante de la verdad cotidiana. De todas maneras hablan mucho de su realidad no solo los balseros sino los autos más antiguos del mundo que ruedan por sus calles y la escasez de productos de primera necesidad que observa el distraído visitante.

En los foros de los últimos días imperan los comentarios antagónicos. La realidad se encuentra en algún lugar de la retina de aquel que observa cuidadosamente los hechos sin apasionamientos. Hay quienes expresan visiones extremas tanto apologéticas como condenatorias. Creo que hay que ser objetivos a la hora de analizar los entramados mundos de una revolución que no hemos vivido. No podemos poner tanta emoción para defender o condenar algo que sólo nos llega a través de las noticias o de la Historia.

Para terminar voy a parafrasear algo que dijo el diario El Mundo de España en su edición de hoy: deseo una pronta recuperación a Fidel Castro y a la Democracia.