Hoy no quiero hablar de conflictos armados, ni de política o asuntos que armen una gran controversia. Aunque el tema sí debería preocuparnos, sobretodo, cuando es tomado como pretexto por algunos médicos para hacer cesárea a las mujeres embarazadas.
Conozco a una encantadora jovencita que contrajo matrimonio muy enamorada y su preñez la hacía aún más hermosa, no era notoria todavía, pero la felicidad que irradiaba lo decía todo. María y Patricio, su esposo, estaban muy felices porque pronto serían padres. Estaban pendientes de cualquier molestia que ella tuviese para consultar inmediatamente a su doctora de confianza.
Habían previsto hasta el último detalle con tal que su descendencia fuera saludable. Pero hace más de dos meses que comenzó a sentirse mal, se le hinchaban los pies, y asustados inmediatamente comenzaron a visitar varios médicos en busca de una respuesta alentadora a sus males.
Desafortunadamente todos les dijeron que debía hacerse ecografías semanales, guardar reposo absoluto y controlarse diariamente la presión arterial pues le aseguraron que se enfrentaba a un caso de pre eclampsia que también le llaman toxemia o hipertensión inducida por el embarazo.
Según la opinión de algunos médicos que he consultado
“el único tratamiento conocido actualmente para la pre eclampsia es el parto. Sin embargo, si éste pudiera ser muy prematuro, la enfermedad se puede manejar con reposo en cama, control exhaustivo y realizar el parto tan pronto como el bebé tenga buenas probabilidades de sobrevivir fuera del útero”.
Hace dos semanas a María se le subió la presión, su médica la envió a un hospital cercano y de allí la remitieron con urgencia a la maternidad de la capital. Según ha relatado llegó a las 17 horas. Cuando la atendieron, sin hacer preguntas le pusieron anestesie local porque querían “salvarle la vida”. Lo extraño es que ella se enteró que todas las mujeres que había en una enorme sala estaban también a la espera que les saquen el nene mediante operación.
A las 23 horas le practicaron la cesárea, ella escuchó y vio a su niña viva, pero cuando amaneció y pidió que la lleven a su lado le comunicaron que su hija estaba muerta. Ello me ha llevado a hacerme algunos interrogantes:
¿No sabían los médicos inicialmente que debían suspender la gestación tan pronto el feto tuviese cierta madurez para resistir una incubadora?
¿Por qué la sometieron a tantas ecografías si el exceso puede causar daño al bebé?
¿Por qué esa tarde y noche todas las mujeres que acudieron a esa maternidad no pudieron dar a luz normalmente?
¿Será que en el país en donde han ocurrido los hechos los médicos no han considerado que sea mejor el parto natural?
En los últimos años ha aumentado preocupantemente el número de mujeres a quienes les practican cesárea sin una causa justa, al parecer este método que en el pasado fue una práctica de excepción, en la actualidad ha pasado a ser algo rutinario dentro de la práctica obstétrica. Sería bueno que las autoridades de salud investiguen qué sucede con los médicos que urgen a sus pacientes por operaciones que en verdad no necesitan.
2 comentarios:
Me da una inmensa pena que todo esto le haya sucedido a María y a su hija y una indignación gigantesca ante la mala práctica médica que siempre hace daño y que muchas veces sólo conduce a estos fatales desenlaces. Mi solidaridad hacia María y su esposo, aunque esto lastimosamente sirva en este momento de poco, y mi fuerte protesta hacia los irresponsables médicos que la atendieron y que deberían rendir cuentas de sus actos.
Amable lector, desafortunadamente cuando los perjudicados son personas de escasos recursos jamás logran llevar ante los Tribunales a los responsables de sus desdichas. Además nadie tiene deseos de reclamar cuando tiene el alma destrozada.
Saludos
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