Sobre las maravillas y contradicciones del mundo
Últimamente me he preguntado qué pasaría si sacrificaran la mayor parte de las aves que consume el ser humano y veo un panorama desolador y un futuro terrible para la economía mundial pues eso significaría la quiebra de miles de empresas dedicadas a las actividades avícolas… veamos:
Primeramente los dueños de las granjas avícolas entrarían en una grave crisis puesto que su capital e ingresos económicos se irían por la borda.
La enorme cantidad de gente empleada en esos lugares perdería su trabajo.
Los cientos de miles de establecimientos que expenden aves crudas, aquellos que los venden preparados o venden huevos tendrían que cerrar en detrimento propio y el de sus empleados.
¿Cómo fuera la vida sin huevos?
Los vegetarianos dirían: “buena, gracias”.
Pero no. El calcio, hierro y nutrientes que genera el huevo es insuperable. Además la vida se tornaría monótona.
¿Cómo prepararíamos una apetitosa torta?
¿Cómo sería una fiesta de cumpleaños sin un delicioso pastel?
Navidad no sería tal sin las exquisitas galletas y ¿qué decir de un desayuno sin tortilla o huevos preparados al gusto? Muchos dejaríamos de comer pan pues ya no habría pan de yemas.
En fin la alimentación viviría huérfana de un gran ingrediente, la repostería, pastelería y todas las pequeñas industrias que elaboran alimentos con este vital producto se acabarían y la desocupación y desesperación llegarían al clímax.
Desde hace algunas semanas la organización mundial de la salud anunció que se avecinaba una terrible pandemia si se nos va de las manos el cuidado de las aves y la correspondiente cura de la gripe aviar o aviaria que ha degenerado en virus que afecta al ser humano.
Dado que los facultativos que han dado sus opiniones al respecto en diferentes medios de comunicación han expresado que los síntomas son idénticos a los de un resfriado común, supongo que en caso que fuera una realidad la pandemia, el temor haría presa de muchísimas personas ante el primer estornudo.
Lo primero que haríamos sería interrogarnos si hemos consumido pollo, pavo, pato, faisán o cualquier especie de ave… ¿en dónde? ¿Ese restaurante sería limpio? ¿Mis amigos limpiarían bien las presas antes de prepararlas? ¿No será que ese supermercado importó aves contaminadas? La psicosis puede apoderarse de la población.
Pienso que los medios de comunicación deben ser los llamados a no alarmar a sus conciudadanos; deberían publicar las diferentes maneras que deben existir para evitar el contagio. Los gobiernos deberían insistir en que hay que tomar precauciones pero no dejar totalmente de consumir aves puesto que la enfermedad no se transmite por la ingestión, según leí en BBC mundo, sino por la inhalación de las heces secas pulverizadas:
“Hugh Pennington, profesor de la Universidad de Aberdeen, Reino Unido, le dijo a la BBC que "el virus es transportado en los intestinos del pollo".Mi rol en este momento, como mamá, es: informarme lo mejor posible para de esa manera obtener los conocimientos necesarios para prevenir cualquier contagio.
"Una persona tendría que secar la carne del pollo e inhalar su carcasa para correr algún riesgo. Incluso así, la posibilidad de infectarse es remota"."
Ha amanecido enfermo uno de mis hijos. Indudablemente le hizo daño haber salido anoche con abrigo insuficiente para el frío inmenso que ha hecho.
Cuando mi Mauri está afiebrado lo sé porque el cálido y envolvente castaño verdoso de su mirada se torna lejano y debo adivinar una corriente de fondo o un tejido sutil de ideas y emociones que flotan en su mirar. Debo hacer algo para devolverle su límpida y amorosa mirada.
Para mí, la fiebre es como un enorme pájaro de fuego que se evapora al entrar por los ojos liberando su calor dentro del cuerpo del enfermo dejándolo con una amarga malquerencia de todo, hasta que un antipirético con su varita mágica efectúa la metamorfosis térmica que en breve liberará el maravilloso y exótico pájaro.
Uno de los peores momentos que vive un ser humano es cuando algún hijo pierde la salud. Si a esta eventualidad añadimos la sorprendente y cada vez mayor desconfianza en los médicos nos hallaremos en un estado ubicuo; al menos yo: me muevo interminablemente por toda la casa buscando qué dicen las enciclopedias y según los síntomas también puedo hacer consultas en Internet.
Pienso que enfermar es algo así como perder un foco de luz en la oscuridad, pues significa un sensible desplazamiento en las tinieblas del ocio y el dolor.
Afortunadamente mi Mauricio únicamente está resfriado y ello me lleva a otras reflexiones que escribiré otro día.