Algunas
personas me han preguntado acerca la conveniencia o no del uso del chupete para
los infantes. He investigado al respecto y, como siempre, existen criterios
encontrados como no podía ser de otra manera.
Todos
los bebés nacen con un reflejo primario de succión que les permite adaptarse al
medio que los rodea; además les ayuda a alimentarse y a cubrir una necesidad
psicológica de bienestar. Por ello resulta normal que en los primeros meses de
edad se lleven los dedos a la boca constantemente entre los dos y seis meses de
edad.
Es en ese sentido donde se encuentra
la única ventaja de los chupetes:
Ofrecen
una fuente de consuelo a los bebés y cuando sea necesario dejarlos los padres
pueden controlarlo más fácilmente que si se tratara de los dedos del nene.
De
paso hay que tener en cuenta que los
expertos recomiendan ofrecer el chupón únicamente si el pequeño fuera propicio a
desarrollar el hábito de succionarse el dedo.
En esta dirección aseguran que los infantes que duermen con chupete “reducen en un
noventa por ciento el riesgo de sufrir el síndrome de muerte súbita”. Eso no
está comprobado, en ello veo una clara forma de hacer marketing del producto.
Las desventajas:
-Según
la Asociación Dental Americana, incide
en problemas dentales, como mordida incorrecta y constricción maxilar (cambio
en el equilibrio entre la musculatura de la boca y la lengua).
-De
otro lado, interfiere en el desarrollo del lenguaje porque tiene la boca
ocupada todo el tiempo.
-Puede
crear una dependencia emocional, gracias a la cual no aprenderá a relacionarse
con su entorno, ni a tranquilizarse de otra manera.
Muchas
mamás ponen el chupón al primer signo de llanto o incomodidad del bebé, siendo
que lo que quiere es comer, jugar, que lo carguen, que lo mimen, que le canten
o que le cambien el pañal. Mis hijos crecieron sanos, muy tranquilos y nunca les
puse chupete.
Los
niños deben aprender a tranquilizarse de diferentes maneras, en mi opinión, el
chupete puede enviarles el mensaje de que únicamente comiendo pueden sentirse
bien.