Alrededor del siglo IV, el maniqueísmo fue una de las religiones más extendidas del mundo. Fue la primera religión en presentar el dualismo; creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles: el bien y el mal, que eran asociados a la luz (Ormuz) y a las tinieblas (Ahrimán), y defender como principal pilar de su creencia el gnosticismo. El maniqueísmo solamente exigía el conocimiento, el aprendizaje y la educación para poder alcanzar la vida celestial.
Fue
fundada en Persia por Mani, un descendiente de judíos. Debido a su
rápida expansión, los zoroastristas en el Imperio persa, y los cristianos en el
Imperio romano comenzaron a ver a esta religión como una gran amenaza, lo cual
devino en una enorme persecución.
Históricamente
han existido tres clases de maniqueísmo:
El
religioso
El
político, y
El
revolucionario, muy hermanado con el anterior.
El maniqueísmo religioso distingue radicalmente entre bueno y malo; los escogidos y los condenados;
quienes van al paraíso o la gehena. Ejemplos
de ello las tradiciones judeo-cristianas y la yihad.
El maniqueísmo político
dirige a las masas para que sigan cierta ideología en contra de la rival: demoniza
la contraria y se esfuerza para demostrar la “perfección” propia, cayendo
muchas veces en la contradicción.
El
maniqueísmo político depende de la inteligencia de quien lo utilice pues
generalmente sataniza o hace aparecer como infame a todo aquel que se oponga a
su manera de gobernar, hace creer a la población que todos los opositores son
de “derecha” o de “izquierda" (depende del político) y tiene bien determinado
a quien ha de culpar por los malos manejos o por los desacuerdos
institucionales.
El maniqueismo revolucionario va
estrechamente ligado a los otros dos. Personalmente creo que es peligroso pues
manipula a su antojo y de manera perversa a la población. Como para
revolucionar se necesita que una gran muchedubre se una bajo el mismo mando y
los mismos ideales, comienza todo por dividir a la población: los únicos “buenos”
son quienes sigan al partido político del líder; “todos los males son debidos a
los banqueros, a los millonarios, a los antiguos gobernantes e incluso a la
prensa”. Así poco a poco la población comienza a dividirse, a ver con desconfianza
a quien vaya mejor presentado, a los empresarios…, lo cual conduce al
enfrentamiento; pero también se crean sentimientos ya sean religiosos o
nacionalistas para cohesionar a los seguidores.
Lo
que me parece más peligroso del maniqueísmo revolucionario son los continuos
discursos con argumentaciones extremas de ponerse alerta ante un inminente
ataque de la oposición, un supuesto atentado que se estaría preparando y muchas
otras presunciones que únicamente están en la mente paranoica del maniqueísta.
En resumen:
El
maniqueísmo es la polarización de la realidad, la cual suprime los matices y prescinde
de la complejidad dialéctica de las cosas. No es otra cosa que la tendencia a etiquetar, a
dividir a las personas, a las ideas y a las realidades en dos grandes grupos:
los buenos y los malos.