La totalidad de los Códigos Penales occidentales contemplan duras penas para quienes secuestran, torturan y violan; pero en ciertos países cuyos dogmas religiosos prevalecen sobre el Derecho Positivo, no hay castigo para dichos delitos, no, al menos para judicializar al culpable.
¿Es posible que se castigue a la víctima?
Desafortunadamente en aquellos países sí. En marzo del presente año nos conmovió la noticia de una chiquilla marroquí que se suicidó luego de haber sido obligada a casarse con su violador, supuestamente para "lavar la honra" de su familia.
Recientemente una joven afgana fue secuestrada durante cinco días por un grupo de policías de Afganistán quienes la amarraron a un muro, la torturaron y violaron. Según algunas reglas culturales locales, la chica ha sido deshonrada por consiguiente debería suicidarse. Pero a ella se le ha iluminado el cerebro y ha estado dispuesta a ir en contra de aquello que la sociedad espera pues ha presentado la denuncia y ha dicho que quiere ver a sus violadores ante la justicia y de esa manera sí estarían restablecidos su dignidad y su honor.
Es muy común tanto en Afganistán, como en otros países con gobiernos fundamentalistas, que los Tribunales no persigan este tipo de casos. Hasta hace algunas semanas los principales sospechosos de la violación no habían sido procesados, quizás esperando a que se diluyera la atención internacional. Pero ha surgido una luz de esperanza pues se han movilizado infinidad de movimientos pro derechos humanos, medios de comunicación y otros; la joven Lal Bibi, violada por miembros de las fuerzas policiales afganas, ha visto algunos avances en su demanda judicial.
Sorprendentemente, Lal Bibi y su familia están luchando para sentar un precedente y salvar su vida, pues están exigiendo el castigo de sus torturadores y buscando que las autoridades y la sociedad castiguen a los autores del delito y no a ella.
Existen miles de mujeres y niñas en ese país, que están sujetas a la justicia machista e injusta que se le ha tratado de imponer a Lal Bibi. La mayoría de ellas están ahora siguiendo este caso con mucha atención para ver la reacción del gobierno afgano y del mundo, ante la lucha de esta joven que se niega a quedarse callada y a morir en silencio.
¡Apoyémosla! Al menos enviémosle nuestros pensamientos positivos para que logre sentar un necesario precedente pues no se debe castigar a la víctima sino a los victimarios.