El Bar Pilades estaba,
al tope, como nunca había un gentío; se podían observar a personas extrañas que iban y venían o se
sentaban aparentemente apesadumbradas:
Pim Casaubón,
pensaba en “La historia de los novios”
y comparaba mentalmente a Amparo, su gran aventura en Brasil, y a Lía, su dulce
e inteligente compañera quien también le había perdonado sus divagaciones con
el “Péndulo de Foucault”.
Diotallevi,
quien trabajaba en una editorial, cree que “Nadie
acabará con los libros” puesto que Gutenberg convirtió el libro en un
placer accesible: “El libro ha superado la prueba del tiempo... Quizá
evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel, pero
seguirá siendo lo que es.”
Lorenza Pellegrini
sonreía hermosamente pensando en la “Estrategia
de la ilusión”.
Desde
el medioevo, Guillermo de Baskerville
se teletransportó a la actualidad y estuvo puntual en el bar; se preguntaba: “¿En qué creen los que no creen?”
Adso de Melk, estaba
serio pensando en comenzar sus “Confesiones
de un joven novelista”, las cuales serían definitivamente lecciones de
vida.
El
abate Dalla Piccolla efectuaba un repaso
histórico-sociológico de la Europa de finales del siglo XIX; dentro de sus
arcanos recuerdos, sentía una especie de galimatías en su cerebro pues a ratos
pensaba que él era el capitán Simonini,
o ¿será que inconscientemente necesitaba “Construir
al enemigo”?
“Baudolino” ensimismado en una
especie de teatro de invenciones lingüísticas hilarantes, en una celebarción al
mito y la utopía.
De
repente Jacopo Belbo habló acerca
de, libros, comics, personajes, canciones italianas que hoy han sido casi
olvidados, y fuera de Italia muchos de ellos muy poco conocidos; como “La
misteriosa llama de la Reina Loana” y la realidad de Giambattista Bodoni y su esposa Paola.
El
señor Garamond, dueño de la
editorial del mismo nombre y de Manuncio, le interrumpió y propuso que lo mejor era acudir a un sitio emblemático donde
pudieran estar todos los personajes que siempre existieron en la mente del
autor; decidieron realizar ese propósito lo más pronto posible, pero…
El señor Colonna
expresó, que aunque él fuese “El
número Cero”, pensaba que debía realizarse una comunicación a través
del diario Domani, por algo él era
su redactor jefe; antes de ser redactada habría que averiguar primero “El nombre de la Rosa” y el lugar
más indicado para el homenaje a don UmbertoEco, debería ser “Il cimitero di
Praga”.
Hasta pronto, mi erudito maestro, descansa en paz.
*
Los nombres en negrilla son de personajes de sus
libros; aquello que está subrayado y en letrillas son éstos.