Los chinos, los juegos olímpicos y la hipocresía occidental



Cuando China comenzó a alistarse para ser la sede de los juegos olímpicos de este año, pensé que la comunidad internacional aprovecharía para que las autoridades de ese país dieran por terminado el alto número de abusos que se cometen a diario en su territorio. Son tantos que no podría decir cuál es el que necesite con mayor urgencia ser eliminado.

Desde 1950, año en que los chinos se apoderaron a la fuerza del Estado teocrático del Tíbet que era gobernado por personajes llamados Dalai Lamas, los tibetanos no sólo han sido maltratados física e intelectualmente sino perseguidos por su religión. ¿Qué ha dicho la ONU? Nada.

Tal ha sido la situación del Tíbet que incluso obligan a las jóvenes tibetanas a tener un solo hijo o simplemente las esterilizan quizás para borrarlos del mapa, con el tiempo. Son conocidas las brutales represiones a las que han sido sometidos los monjes tibetanos por protestar y las manifestaciones que en todo el mundo se dejaron sentir a favor de la causa tibetana cuando hacía su recorrido la antorcha olímpica. ¿Qué dijeron los países industrializados? Nada.

En este mundo globalizado muchos nos hemos escandalizado con las imágenes y las historias de niños que son esclavizados en China para servir en fábricas, en industrias de la construcción y en miles de trabajos humillantes. No han dado mayor publicidad a las protestas de los chinos debido a la expropiación de sus viviendas que habían poseído durante varias generaciones, porque han sido incautadas pues el gobierno chino necesitaba esos terrenos para construir la Villa Olímpica.

Es de notar que el gobierno de China es una mezcla de dos posiciones políticas antagónicas: el comunismo y el capitalismo; pero de una manera muy original han puesto a convivir los dos modelos y claro está que han de utilizar cualquiera de ellos en cualquier momento de acuerdo a la conveniencia.

China es comunista para esclavizar a su gente, para someterla a reglas que van contra los derechos humanos, para recordarles que el único dueño de la tierra es papá Estado y por consiguiente puede quitarle sus casas cuando él lo crea necesario. Pero suele ser un Estado capitalista cuando están en juego sus intereses económicos, el ejercicio del más grande entramado de relaciones de capital: desde la elaboración de una camisa, hasta la hábil hechura de minúsculas piezas para ordenadores o aparatos electrónicos.

¿Por qué occidente calla?

Porque le conviene que sus trasnacionales tengan sus sucursales en el gran país asiático y por otra parte, es muy tentador tener infinidad de potenciales compradores y consumidores.

Los juegos olímpicos han sido bien organizados, su esplendorosa ceremonia de inauguración será muy difícil de superar, ella incluyó cuatro inventos de la China antigua: el papel, la impresión con tipos removibles, el compás y la pólvora.

Sus encantadoras mascotas también muy originales:

Beibei, refleja el aro olímpico azul y extrañamente es símbolo de la propiedad, algo muy difícil de conseguir en China.

Jingjing: representa el aro olímpico negro y ha sido escogida para representar nuestra voluntad de proteger la naturaleza y preservarla para las generaciones futuras; muy bonito, pero China ha sido uno de los países renuentes a firmar el acuerdo para eliminar la contaminación en busca de detener el deterioro de nuestra madre tierra.

Huanhuan: es una criatura de fuego, simboliza, entre otras cosas la llama olímpica y representa el aro olímpico rojo.

Yingying: es un ágil antílope, representa el aro olímpico amarillo y encarna los mejores deseos de buena salud para todo el mundo. ¿No es eso contradictorio con su política?

Nini: es una golondrina en vuelo y representa el aro olímpico verde.

Son muy bonitas las medallas del jamaiquino Usain Bolt, el triunfo indiscutible del estadounidense Michael Phelps, la entrega y el enorme esfuerzo de cada uno de los participantes; pero me temo que hemos perdido la ocasión para realizar un llamado de atención al gigante asiático

Las pesquisas en los aeropuertos


Definitivamente la vida de todos los habitantes del planeta dio un giro de 180° luego de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001.

Sí, los estadounidenses derrumbaron las torres gemelas ubicadas en Nueva York, fingieron un ataque en el Pentágono según Thierry Meyssan, escritor y director del "Réseau Voltaire" en París, autor de “La terrible impostura” y se aseguraron, mediante leyes internas, posesionarse como los policías del mundo.

De esa fecha en adelante cualquier situación ha sido pretexto para invadir países e imponer su voluntad sin que la ONU o la comunidad internacional proteste o tome medidas encaminadas a terminar con el abuso.

Lo primero que hicieron fue establecer ordenanzas que les permitiera arrestar, sin motivo, a todo aquel que les “pareciera” terrorista. Las pobres personas que son detenidas mediante acusación de estar relacionada con actos terroristas son probablemente interrogadas mediante métodos poco ortodoxos y sometidos a todo tipo de presión psicológica.

Pero ahí no queda todo, resulta que en la actualidad todos somos sospechosos de no sé qué y antes de abordar un vuelo internacional debemos ser sometidos a interminables pesquisas y no pocos bochornosos incidentes muy cercanos a la humillación pues los policías andan en busca de algo que ni ellos mismos conocen pero deben de cerciorarse que los pasajeros cumplan los requisitos impuestos en gringolandia.

Uno de los atropellos que cometen los encargados de chequear los equipajes, sobretodo de mano, es incautar ciertos elementos que resultan indispensables para el aseo. En algunas ocasiones se “extravían” las maletas y hasta que la aerolínea las entregue no es justo que tengamos que comprar nuevos artículos de aseo.

¿Qué contienen las cremas, los bloqueadores, los champúes, los acondicionadores, los enjuagues bucales y hasta los juegos de frutas para que no podamos llevarlos en los bolsos de mano?

Si la medida de incautar ciertos productos en los aeropuertos se hacen de acuerdo a alguna ley especial, por qué no avisan a la población indicando los motivos que haya tenido el gobierno para dicho atropello y ¿por qué no otorgan un recibo de lo que hayan retenido?

¡Protesto enérgicamente por esa medida absurda!

No estoy de acuerdo con el abuso

El tema de la semana pasada ha causado mucha polémica, me han telefoneado algunas personas y más de una me ha dado tremendo rapapolvo pues, al parecer no me he expresado bien.

La Unión Europea acordó repatriar a aquellos inmigrantes que se encuentren ilegalmente en sus países. He expresado estar de acuerdo con la regularización de quienes estén indocumentados y que cada país tiene la libertad de imponer las leyes que le convenga.

Desde el punto de vista legal está muy mal que cualquier persona no lleve sus respectivos documentos, todos lo sabemos y no podemos tener una doble moral: que algo sea válido para nuestro medio y no sirva para otros Estados.

La mayoría de personas de este lado del mundo, piensa que la repatriación de “ilegales” significa que van a pasar por una cantidad de humillaciones y situaciones difíciles; pero no siempre es así, por ejemplo, ayer leí acerca de las facilidades que brindan algunos países para el retorno de inmigrantes que consta de cuatro fases progresivas:

“el asesoramiento, la tramitación de documentos, el apoyo económico para costear el viaje y el asentamiento en el país, y el seguimiento de la situación de los retornados.”
Sé que en la mayor parte del mundo se cometen graves atropellos contra los derechos de las personas, que existe xenofobia incluso, en esos países que tratan de vender una imagen de paz, alegría, buena acogida para todos y que supuestamente son “gente amable”.

Rechazo todo tipo de violencia, exclusión e intolerancia. También deploro y condeno el sambenito que nos han puesto a algunos ciudadanos pues basta decir que somos de tal parte para que nos requisen y sometan a situaciones insostenibles.

Sé que en la actualidad los países industrializados han optado por etiquetar a la gente, ahora hay quienes son de primera, segunda y hasta quinta clase; pero eso es otra historia.

Salgo de viaje, he de volver por aquí cuando regrese… si vuelvo, nunca se sabe.