Clases forzosas de religión


En febrero del año en curso el Ministerio de Educación colombiano expidió un decreto en el cual exhortó a los establecimientos educativos a impartir clases de religión obligatoriamente, no quedarse únicamente con las clases de ética y moral sino incursionar en lo que ha establecido la Ley General de Educación de 1994: la cuarta área obligatoria es la educación en ética y valores, diferente a la sexta, que es la religiosa.

Hace mucho tiempo se habían abolido las clases de religión obligatorias, parece que de la modernidad, la educación colombiana iniciaría nuevamente una época feudal. Si vivimos en un Estado laico no veo razón alguna para que se les obligue a nuestros jóvenes a aprender doctrinas de una religión en particular.

¿No va eso en contra del derecho humano de primera generación, “todo individuo tiene derecho a la libertad de pensamiento y de religión”?

Si la propuesta fuera impartir una clase en la que el alumno se dé cuenta que las religiones han sido inventadas por los hombres para mantener sometido, de alguna manera al vulgo, sería estupendo pues nuestros niños no crecieran alienados culpando a Dios o a los capitalistas de todos sus males.

Parece que nadie se pone de acuerdo con el contenido a realizar. Sería una buena alternativa que enseñaran la historia de cómo empezó el asunto religioso, que los docentes hablaran tranquilamente de los lineamientos de cada grupo sin ninguna pasión, esto es sin proselitismo. En la actualidad existen grupos en busca de lo escatológico para todos los gustos. Así que los colegios no podrían quejarse de no tener abundante material didáctico al respecto.

Muchos pueblos han fundamentado su cultura en lo religioso. En cambio de llenar la mente juvenil de asuntos dogmáticos podrían aprender acerca del budismo, el hinduismo, el islamismo y todas aquellas filosofías que occidente ha tratado de ignorar pero que forman parte de la riqueza intelectual de la humanidad.

También podrían saber que dentro del cristianismo no sólo existe la iglesia católica sino todas aquellas que aparecieron como fruto de aquel fenómeno llamado la Reforma, cuando mucha gente de la mano de Lutero Zwinglio y Calvino le dijeron NO, al cuento de las indulgencias gestionadas desde el Vaticano.

Pero no me conformo con ese asunto de las clases de religión, para mí no deberían existir en los colegios estatales. ¿Por qué no insistir en la ética profesional, en la convivencia en paz, en la responsabilidad social, el civismo y en el “no hacer a los otros lo que no querríamos que nos hagan”?

Lo que debe parecer más importante, no es el tema religioso sino que los chicos a través de las temáticas dadas a nivel moral y de valores sean capaces de reconstruir en sus mentes una cultura crítica con relación a todas las situaciones que debe enfrentar el ser humano, y que también los haga aptos para intentar vivir sin violencia, sin lastimar a sus semejantes.

Para finalizar considero que es una acción excluyente adoctrinar a nuestra juventud en un tipo de credo específico, pues ello crea resentimientos que nada bueno traen en el ya difícil entendimiento social. Hay que pensar en lo que vaya mejor a la convivencia.

El pintor Fernando Botero


El pintor colombiano nacido hace 75 años ha marcado un hito en la historia de la pintura y la escultura, creo que a nivel internacional.

En un mundo en donde en las últimas décadas se le ha rendido pleitesía a la delgadez, este original artista se ha hecho famoso pintando y realizando esculturas de personas obesas.

No creo que sea necesario exhibir una biografía de ese genio pues apenas requiere presentación. Alguien que se interese por el arte sabe que su principal característica radica en el tratamiento que le da al volumen y a la forma.

Cuando yo pinto me introduzco en una especie de mundo mágico, la cuarta dimensión me aguarda y lo trasforma todo en un universo de estética y belleza.

Podría decir que cuando Botero se propone ejecutar una pieza de arte su mente entra en un entorno esférico, pues es la redondez la que se aloja en su intelecto para producir obras en donde el espacio, el gran volumen dan como resultado el arte de forma diferente.

En las ocasiones que he concurrido a exposiciones de la obra de Botero me ha parecido que existe cierta placidez en sus cuadros… hasta que asistí a la muestra de los 50 horrores de la cárcel de Abu Ghraib en Irak. Al parecer el pintor realizó esa serie como protesta ante un comportamiento inhumano. En alguna entrevista dijo:
“Siempre había hecho imágenes placenteras, pero en el momento en que dibujé el primer boceto sentí que me corrió una furia, estaba enojado. Me sentí mal de saber que lo que sucedió no es lo correcto, cómo podía ser posible”.

Retorno de un largo feriado


Siempre que hay unos días extras de vacaciones las carreteras se congestionan, a veces hay accidentes, la circulación se torna lenta y con paradas esporádicas y, sobretodo al regreso, los viajeros se ven afectados por las retenciones en las carreteras debidas a múltiples causas.

El anhelo de dejar la ciudad para cambiar de clima o de lugar, o como parte de un descanso es señal de bienestar y deseo de vivir una existencia plenamente. No es necesario ser muy adinerado para desplazarse y buscar distracción diferente a la que se encuentra en la ciudad en un fin de semana.

Esos viajes a lugares turísticos traen infinidad de beneficios no sólo a quienes parten en busca de placer, sino principalmente a todos aquellos a quienes
su sustento depende de la cantidad de personas que visiten sus pueblos, balnearios, posadas, hoteles, restaurantes, etc.

Cuando el turista vuelve a casa imagina no solo los hermosos lugares que ha visitado o que ha re-encontrado sino que bullen en su mente infinidad de rostros, fragancias, sonidos, sabores y, sobretodo, miradas…

Sí, definitivamente existen miradas que alegran, que agradan, que cautivan, que seducen,
que regocijan, que entusiasman, que encantan, que deleitan, que recrean, que llegan muy dentro.

Pero también están aquellas que inquietan, que impresionan, que perturban, que interrogan, que mortifican, que afligen, que interpelan, que hacen reflexionar si ha sido una buena decisión ese viaje.
Es en ese punto cuando comienza una interminable lista de situaciones en la mente y se llega a la conclusión que la intervención del turista es básica para que esas personas subsistan. Y de otro lado... ¡qué bueno estar de nuevo en casa!

El vaticano en reversa II y la Teología de la liberación


El doctor David Sánchez Rubio, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla (España), en la página 46 de su libro “Filosofía, Derecho y Liberación en América Latina”, dice que la Teología de la liberación es un movimiento filosófico contemporáneo que surgió en nuestra América latina a comienzos de los años 70, y se dedicó a desarrollar temas comunes relativos a conceptos de pobreza, dependencia, liberación, identidad cultural y humanismo entre otros.

La realidad latinoamericana, reflexionada y profundizada a la luz de la fe en la teología de la liberación, había ofrecido reorientación y hasta el momento había rejuvenecido la tarea del cristianismo y de la Iglesia católica, pero la jerarquía de esa iglesia siempre silencia lo que le parece inconveniente.

Siempre he creído que la verdadera teología brota de una espiritualidad, o sea del verdadero encuentro con Dios en la cotidianidad y en la historia. Fue así como la teología de la liberación nació cuando la fe de algunos sacerdotes afrontó la injusticia existente con los desposeídos y con todas las masas populares pues la realidad es que la iglesia católica siempre ha estado al servicio de las clases pudientes en las grandes ciudades con instituciones educativas para gente de estratos 5 y 6; no se ha visto que haya alguna escuela de propiedad del clero que sea para niños de las masas populares o si existe alguna es subsidiada por los clientes de bancos que reciben mensualmente cartas para que se adhieran a una causa pagada por ellos, pero el crédito se lo lleva la iglesia.

La teología de la liberación ha propugnado la opción por los pobres, pienso que con ello quiere la concienciación y la reflexión sistemática de sus propios límites y de los contextos de emergencia socio-culturales, anhela hallar el camino de la justicia social, desarrollo integral para tratar de erradicar la pobreza y las situaciones de opresión y violencia institucionalizada.

Los representantes más conocidos de este movimiento son: en Perú, Gustavo Gutiérrez a quien se le considera el pionero; en Brasil, Leonardo Boff, Juan Bautista Libânio, los obispos Pedro Casaldáliga y Helder Cámara; en El Salvador Jon Sobrino; en Chile el teólogo Ronaldo Muñoz, en Uruguay el jesuita Juan Luís Segundo. Todos ellos han sido amonestados por sus ideas o simplemente los han hecho callar.

El jesuita catalán llamado Jon Sobrino, residente en El Salvador desde hace muchos años, ha sido el último de la lista en ser censurado. En marzo de este año la lupa inquisitorial de la Congregación para la doctrina y la fe ha condenado su obra, acusan a Sobrino de "anteponer el Jesús histórico a su carácter como divinidad".

La opción por los pobres ha levantado polémica ante circunstancias mundiales y eclesiales distintas: para los latinoamericanos “pobre” significa el oprimido, el proletario, una persona explotada que lucha por su emancipación; muchas veces puede ser el miembro de una clase social que lucha para salir de un medio explotador y opresor. Es por ello que la Teología de la liberación desde el comienzo ha suscitado recelos en la jerarquía católica que la considera muy próxima al marxismo; pues para ellos la concepción de “pobre” es el humilde, el que confía en Dios. ¡Vaya! Cuestión cultural.

Por esas razones veo que el Vaticano está en reversa.