Y el violinista lloró

La conoció cuando ella terminaba la educación secundaria, fue su profesor y desde entonces sentía admiración por ella. Posteriormente la alumna devino profesora en el mismo colegio en el cual se educó y el violinista se convirtió en su compañero de labores.

Ella era muy dinámica, tenía una imaginación desbordante, sobretodo al momento de realizar programas lúdicos con sus pequeños alumnos y de relatarles maravillosos cuentos sin fin. Su voz era muy hermosa y todos estábamos acostumbrados a escucharla cantar a través del teléfono en nuestros cumpleaños; era encantadora.

Trabajaba incansablemente hasta que un día la fatiga la llevó a afrontar una disminución de su visión, la cual los galenos calificaron de "operable". En efecto la intervención se realizó y una mala práctica médica la puso en jaque.

Todas sus amistades, compañeros de trabajo y los familiares que vivían en el mismo país fueron a visitarla. Aunque los días pasaban sin observar mejoría, todos esperaban un milagro. Algunas veces el violinista quería revivir las emociones de su amiga que la transportaran en el espacio y en e tiempo para lo cual llevaba su instrumento e interpretaba hermosas melodías de Schubert, Bach, Vivaldi, Albinoni, Händel, Strauss, etc., pues a ella la hacían soñar, e inexplicablemente ella reaccionaba posteriormente tratando de comunicarse; como expresando que sí recibía todas las manifestaciones de afecto.

Pero la última vez que el violinista con mucho cariño estuvo por más de una hora arrancándole bellas notas a su instrumento, ella parecía haber traspasado la cresta misma de lo tangible. Es posible que ella luchara con su propia conciencia en ese  diálogo ineludible, el cual no permite el escape de la responsabilidad existencial.

La dulce amiga yacía en el lecho que por varios meses debió haberla llevado a reflexionar sobre todo aquello que se le había quedado sin realizar o sobre ese futuro que se le escapaba irremediablemente hurtándole la posibilidad de llevar a feliz término todos sus proyectos.

Aún vivía, pero estaba en estado de inconsciencia.

El violinista se levantó, besó su mejilla y partió en silencio. Esta vez ella parecía no haberle escuchado… gruesas lágrimas rodaban por su rostro.

Días después ella se embarcó en el bote de Caronte rumbo al país del nunca jamás y nos dejó huérfanos de su cariño; lo bueno es que ya no va a sufrir, y ha aparecido una nueva estrella en el firmamento.

El día de las madres

No hace falta ser muy lista para darse cuenta que esos días especiales han sido producto de la imaginación de los comerciantes en su afán de elevar sus ganancias.

A mis hijos siempre les he dicho que pueden ser supremamente cariñosos conmigo todos los días del año, pues me moriría de pena que sólo me dieran profundo afecto un día.

También les he inculcado que el amor no tiene precio, que si ellos anhelaran hacerme feliz, me basta un fuerte abrazo y un "te quiero mama" para sentirme la mujer más dichosa sobre  la faz de la tierra.

En mayo los almacenes sugieren desde autos, hasta viajes al otro lado del mundo como referencia del amor hacia su progenitora, lo cual me parece un tremendo disparate y una falta de respeto, no solo hacia las mamitas, sino también hacia las personas de escasos recursos y a los niños que desde muy tierna edad reciben los equivocados mensajes del marketing.

El mejor regalo que puede recibir la mama, es el tiempo que el hijo pueda dedicarle cuando ya es adulto y todo el afecto que sea capaz de darle.

Cuando los hijos son pequeños o de cualquier edad y han sacado ciertos dones artísticos, las tarjetas, maquetas y trabajos manuales que ellos realizan nos llenan de orgullo y una felicidad desconocida para aquellos que desean arreglarlo todo con dádivas costosas.

Desde aquí, un saludo cariñoso a todas las personas gratas, desinteresadas, llenas de amor profundo y el anhelo para que día a día la dicha les sonría.