Pagar las deudas contraídas



Tenemos obligación moral y jurídica de pagar las deudas contraídas. Si nuestros acreedores escucharan que no pensamos pagarles, ¿a quién acudiríamos si volviéramos a necesitar un crédito?

He leído en Internet que el presidente ecuatoriano ha anunciado que no va a cancelar la deuda externa de su país por supuestas irregularidades en los contratos. También ha expresado que no pagará el crédito recibido por Ecuador de un Banco de Brasil pues se invirtió en una obra realizada por una empresa brasileña, que al parecer, la ha dejado con fallas.

El presidente ecuatoriano ha argumentado que el dinero prestado por el Banco brasileño fue entregado a la también brasileña empresa privada
Odebrecht y que iniciará un juicio arbitral ante la “Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional” para suspender el pago de la deuda a dicho Banco.

Eso equivale a que alguien pida un crédito para construir una casa, que se la dejen mal hecha y se derrumbe y el deudor le diga a su acreedor que como le dejaron mal hecha su vivienda no piensa pagar su obligación.


El señor Presidente de Brasil ha llamado a consultas a su Embajador en Quito, con justa razón, pues los dos sucesos nada tienen qué ver.

Todo contrato legalmente celebrado debe ser una ley para las partes, sólo puede ser invalidado por consentimiento mutuo o por causas legales. La terminación unilateral de un contrato sólo se justifica por alguna disposición legal que la autorice, como sucede con la parte contractual a quien no se le ha cumplido lo debido, que puede pedir la resolución del contrato.

Legalmente don Correa podría pedir la resolución del contrato con la Odebrecht incluso obtener indemnización por daños y perjuicios. Pero los hechos hay que probarlos; además el alcance de un contrato, requiere de una demostración de verdadero significado; este se ha considerado tradicionalmente como el querer de las partes. NO se puede de buenas a primeras expulsar del país a una empresa con el argumento de que su trabajo no ha cumplido las normas. Pruébelo.

El pago, no sólo de su deuda externa, sino de lo adeudado al
Bndes debe ejecutarlo. Esas instituciones confiaron en la honradez de sus deudores, ninguna Corte Internacional sería tan absurda de justificar el incumplimiento unilateral de un contrato.
Algunos con el cerebro reducido creen que los países que han hecho préstamos no deberían recibir el reembolso de su dinero pues supuestamente poseen mucha riqueza. Quienes tengan esa mentalidad no deben pedir créditos pues al parecer lo que anhelan son limosnas.
Ningún país por más desarrollado que sea tiene obligación de financiar obras en lugares que ni siquiera desean pagar los intereses, menos aún el capital recibido.
La consecuencia inmediata del cumplimiento de las obligaciones es que la persona o el país pueda volver a ser digno de crédito. La nación que no cumpla con las obligaciones adquiridas se va aislando pues nadie quiere invertir con gente tramposa; el “riego país” se dispara y el subdesarrollo, la pobreza y el hambre pueden hacer presa de esos lugares.

Si alguien recibe un crédito, sea persona natural o jurídica, lo mínimo que debe hacer es terminar honestamente con ese compromiso. El pago es la plena ejecución de lo que se había contraído como obligación. El pago libera: deja libre de la relación a la persona y libera también, en cierto modo, al patrimonio del deudor que ya no queda afectado por la obligación.

Ahí los dejo con esta frase de Kant: “obra de tal manera que tu conducta pueda ser elevada a norma universal”.

Los códigos y el trabajo


Los Códigos de Trabajo son para regular las relaciones existentes entre los empleadores y trabajadores de toda índole, pero quedan excluidas las relaciones jurídicas que no impliquen relación de dependencia, como el servicio que nos presta un médico o un odontólogo.
Como no podía ser de otra manera, un Código del Trabajo respeta las disposiciones que al respecto se hayan firmado en tratados internacionales. Naturalmente esos convenios son aplicados en casos específicos.
El trabajo es una bendición pues a través de él no solo obtenemos medios para una subsistencia digna sino que nos ayuda a realizarnos como seres humanos y nos proporciona una enorme cantidad de oportunidades de enriquecernos intelectualmente y de llevar una existencia tranquila para nuestra familia. Por desgracia cada día la desocupación, por falta de puestos de empleo, es más preocupante.
En cuanto a la libertad de trabajo y de contratación, es algo que viene desde cuando sólo regía el derecho natural. Toda persona que se halle en un país demócrata, en occidente, es libre de ejercer el oficio que le agrade o que convenga a sus intereses, igualmente quien necesite contratar empleados, peones u obreros posee el libre albedrío para hacerlo.
Un trabajador no debe, ni puede ser obligado a renunciar a sus derechos, aunque en el contrato de trabajo dijese lo contrario, ese tipo de estipulación lo anularía. Muchas Constituciones hablan de que “Los derechos del trabajador son irrenunciables
".
Es nula toda estipulación que implique su renuncia, disminución o alteración. Sería bueno que en verdad se cumpliera tanta belleza, mucha gente labora con sueldos miserables y sin ninguna compensación social y no hay autoridad que los ayude.
Pero también hay abusos de parte de aquellos empleados que se sienten, algo así como “insustituibles”, por ejemplo ciertos técnicos o jefes de personal que saben que sin su presencia la fábrica se vendría abajo. Al menos hasta entrenar a otra persona.
Según la Jurisprudencia, la legislación laboral entraña la defensa de los derechos del trabajador. Ella es muy distinta de la legislación civil. Existe la creencia que se pueda manipular al empleador por cuanto él necesita los servicios, o al empleado, pues para él es vital su puesto de trabajo. En algunos casos hay una total falta de honestidad, pues si alguien ya tiene un trabajo es algo muy bueno para su familia y, sobretodo, para el presupuesto estatal; aún así los inconvenientes laborales no son unilaterales, los he visto de doble vía.

El ciento por ciento de las ocasiones en que surgen divergencias laborales, son los empleados quienes se empecinan en lograr asuntos que poco a poco van minando el capital de quien los ha contratado. Por ejemplo, en esta época de despidos masivos por el comienzo de la recesión económica, a muy pocos empleados se les ocurriría decir que estarían dispuestos a ganar menos para que no despidan a sus compañeros.
Es verdad que algunos jefes no dan una remuneración justa, o no les pagan a tiempo a sus empleados, pero son las autoridades quienes deben tener supervisores honestos que revisen los roles de pago y se percaten si los empleadores están cumpliendo con lo que manda la Ley.

Es
muy bonito todo lo que enseñan los Códigos, ¿quién lo hace cumplir?

Cambia de color la Casa Blanca II


Alguien me preguntó hace unos días por qué cambiaría de color la Casa Presidencial estadounidense; creía que me refería al color de la piel de presidente electo.

El principal color que se va a estar presente en la Casa Blanca va a ser el azul, es el tono escogido por los políticos demócratas, desde hace mucho tiempo, como símbolo de su partido. El título sólo ha sido un juego de palabras, veamos por qué.

Si bien, desde enero próximo otro grupo dirigirá el rumbo del país que en los últimos años ha liderado no sólo la economía, sino la política de nuestro planeta, por el hecho que el nuevo presidente tenga la piel canela, existe un sinnúmero de personas que creen que tiene tendencias izquierdistas. Pues no. Que yo sepa, Estados Unidos es el país capitalista por antonomasia y sus dos grandes agrupaciones políticas son de derecha.

Otro error en que se ha incurrido en estos días ha sido decir que los demócratas no declaran guerras. Pues también nos equivocamos; los siguientes han sido presidentes demócratas que han tenido sus “perlas”:

Harry S. Truman, guerra de Corea, aseguran que dicho caballero perteneció al Ku Klux Klan (una organización que persiguió por mucho tiempo a los afro americanos.

John Kennedy enfrentó la llamada crisis de los misiles de Cuba. Pasó a la historia como quien estuvo a punto de provocar la tercera guerra mundial al amenazar con atacar barcos de guerra rusos que afortunadamente se retiraron. El asunto se evito por horas.

Desarrolló un programa llamado “Alianza para el progreso” en la que enviaba jóvenes (Cuerpos de paz) a “colonizar” el resto de América, se supo que en los países con gran porcentaje de indígenas, esos amables chicos les daban vitaminas a las mujeres; en realidad se trataba de anticonceptivos.


Kennedy y Lyndon B. Jonson hicieron la guerra de Vietnam, la más larga de la historia estadounidense: 1958 a 1975.

Bill Clinton, al cabo de ocho años de gobierno terminó convertido en el presidente más intervencionista desde la Segunda Guerra Mundial: contundente campaña de bombardeos "Zorro del Desierto", en diciembre de 1998 en Iraq; la crisis de Somalia constituyó para la administración Clinton un escarmiento y el prototipo de intervención exterior que no debería repetirse. También desafortunadamente intervino en el desmembramiento de la antigua Yugoslavia. (Mejor no sigo pues esto ya parece crónica roja.)

Lo de Mr. Obama ha sido la gran victoria del marketing y de los medios, que son los grandes triunfadores. Su campaña electoral va a pasar a la historia como la primera en utilizar Internet para multiplicar el mensaje hasta límites insospechados.

El grupo que está detrás del futuro mandatario tiene una influencia tal que recaudó lo que antes nadie había logrado para una campaña electoral. El nuevo líder de los demócratas abrió la puerta a una carrera de recaudación y gasto desenfrenado.

Sería muy interesante conocer por qué el poder económico en los EEUU ha inflado con tantos millones la campaña del demócrata, ¿será que detrás de la piel de cordero se encuentra el lobo que la clase dominante necesita para estabilizar el sistema financiero? O ¿Será que necesitaban a un chivo expiatorio a quién echarle la culpa del posible debacle económico que se avecina?


La estabilidad financiera mundial es fundamental para la prosperidad de Estados Unidos, pero se precisa la cooperación de otros países para garantizarla, pues ni el país más poderoso del mundo puede alcanzar sus objetivos sin la colaboración de los demás.

Cualquier día estuve leyendo en una revista de economía, que por más buenas intenciones que tenga un gobernante, si no pacta con el poder económico, nada puede salirle bien. A propósito, la prestigiosa revista 'The Economist', ha sugerido al señor Obama que procure bajar las expectativas creadas durante la campaña. Es probable que deba dar prioridad a asuntos que no sean precisamente los relacionados con las promesas electorales.

USA se encuentra en una encrucijada histórica, el comienzo de su declive lo ha marcado Mr. Bush, ¿podrá frenarlo Mr. Obama?

Cambia de color la Casa Blanca I


A mediados del siglo pasado los afros americanos eran aún humillados en los Estados Unidos hasta que apareció Martin Luther King; de su mano lograron algunas rectificaciones no sólo gubernamentales sino también a nivel de una sociedad llevada por la exclusión en muchos aspectos.


Hace cuarenta años lo asesinaron y estoy segura que él hubiera encontrado sentido a su muerte si hubiera vislumbrado el porvenir de sus compañeros de infortunio.


Colin Powell quien el 17 del pasado mes de octubre anunciara su apoyo al candidato demócrata, fue el primer hombre afro estadounidense en tener varios cargos de gran responsabilidad: consejero de Seguridad Nacional en la Administración de Ronald Reagan; jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos durante la guerra del Golfo (1990-91), y secretario de Estado del mandatario George W. Bush hasta 2006.


El 04 del presente mes, Barack Hussein Obama Jr ha escrito su nombre en la historia: ha sido electo Presidente de los Estados Unidos el hijo de un inmigrante y encima de todo un afro estadounidense, sí, su padre era de Kenia.

Esa elección es muy importante pues demuestra que el pueblo estadounidense ha madurado, ha dejado a un lado sus tendencias racistas a favor de una oportunidad de reavivar la economía y la esperanza de que el fantasma de la depresión se agote.


El senador demócrata, de 47 años, ha arrasado en las urnas con un resultado histórico: 63 millones de votos (53%) y más de 340 delegados, muy por encima de los 270 que necesitaba para hacer realidad su sueño.


El nuevo huésped de la Casa Blanca heredará el próximo 20 de enero un país en crisis y en conflicto: tiene dos guerras, un planeta en peligro y la peor crisis financiera de los últimos tiempos. Un panorama poco halagador. Le espera un largo y escabroso camino y es posible, que muchos de quienes hoy lo alaban, cualquier día le maldigan cuando la crisis galopante que recibe llegue a los bolsillos de sus conciudadanos.


El triunfo de Mr. Obama hace realidad una quimera para los inmigrantes al ver en la presidencia, hablando inglés fluidamente, a una persona de piel canela. Van a soñar con la igualdad de condiciones que sólo ha sido una realidad en el papel y en las buenas intenciones de algunos gobernantes.


Bien, el nuevo presidente de los Estados Unidos tendrá que rápidamente pasar del discurso y la retórica a tratar de solucionar casos concretos, asunto muy difícil por cierto pues la huella dejada por su antecesor es profunda y muy difícil de borrar, sobretodo, aquella que ha permitido que un puñado de banqueros rapaces pusiera en peligro el sistema financiero mundial.


Muy probablemente sus seguidores crean que inmediatamente podría retirar las tropas de Irak, desmantelar la cárcel de Guantánamo, poner enfrente de la secretaría del tesoro a un mago de las finanzas, quitar el bloqueo económico a Cuba, etc. Pero la realidad supera siempre a la ficción. Esperemos que pueda realizar muchos de sus proyectos pues ya se acabó la maquinaria de propaganda electoral, la realidad comienza hoy.


Por mi parte, la semana próxima, Dios mediante, escribiré mis reflexiones sobre otros aspectos de la elección de Obama… (¿No les recuerda a otro personaje ese nombre?