Cuando
una mujer resuelve comunicar a sus familiares la vida de horror que puede estar
viviendo, por lo general, estos lo toman a la ligera: "la vida matrimonial no
es fácil, debes aprender a solucionar tus propios problemas, fulano nos ha
parecido siempre una gran persona, seguro que si te faltara la pasarías muy mal",
le expresan a la mujer maltratada dejándole con el corazón sobrecogido y con la
sensación de encontrarse totalmente sola e indefensa en este mundo.
Únicamente
cuando el cónyuge le ha dado una paliza y deja huellas tangibles de su
comportamiento, los familiares se indignan; de todas maneras en ocasiones dicen
que ella se lo ha buscado pues "tiene un carácter terrible".
En
el mayor porcentaje de los casos de abuso de los hombres hacia sus parejas,
ellos se han mostrado socialmente muy amables, supuestamente comprensivos y
hasta pueden dar la impresión de que ellos sean quienes se sentirían en desventaja
respecto de sus cónyuges pues estas personas sólo en casos extremos dejan
entrever en público su verdadero conflicto interno;
mientras que sus parejas podrían hasta portarse hoscas en busca de un SOS.
Sería
bueno cuando alguien quiera contarnos acerca de las dificultades que tenga con
su pareja, tratemos de ser amables, escuchémosla, hagámosle sentir que ella
vale mucho, que existen formas de solución, que si fuese necesario que ella
deje al maltratador, tendría el respaldo de la familia.
No
hay que olvidar que la violencia silenciosa mina poco a poco a la otra persona,
es una manera de abuso que daña más que los golpes.