Cuando el señor Joseph Ratzinger, actual obispo de Roma y cabeza del catolicismo estuvo al frente del Ministerio Público del Tribunal de la fe, recibió miles de denuncias sobre pedofilia y otros abusos cometidos por miembros jerárquicos de su iglesia en todo el mundo y calló, no hubo un castigo ejemplar para esos sujetos indeseables. Sólo recordemos el caso de Marcial Maciel en México. Tan culpable es el autor de un delito, como aquel que lo encubre.
Sucede que durante muchos años esta iglesia tuvo poder político en todo el mundo occidental, y la palabra de un simple mortal no valía frente a la reputación de santurrones que por mucho tiempo a diario se echaban buenas pinceladas de aparente santidad.
Es cierto que errar es de humanos, también lo es que ha habido a través de la historia muchos sacerdotes que han dedicado su vida a las misiones y a trabajar en favor de los grupos menos favorecidos de la sociedad, pero ello no puede silenciar a las miles de víctimas que han sufrido silenciosamente la falta de control mental de cientos de abusadores abanderados de la moral.
Sería bueno que en esta semana que esas personas llaman a la reflexión a sus feligreses, comiencen ellos mismos a dar ejemplo, a ver si no sólo se acaba el celibato, sino la cadena de abusos imperdonables de quienes han cometido los delitos y de los superiores que no los han entregado a la justicia común aduciendo cualquier excusa.
3 comentarios:
Terrible, y lo peor es que lo hacen personas que se autoproclaman como los oráculos del Cielo
Muy querida amiga.
El acabar con el celibato ayudaria mucho, pero lo mas importante es el valor moral de no abusar.
Abrazo bien grande..
Alí, tú lo has dicho mejor: "oráculos del cielo". Si la justicia común no los persigue van a seguir delinquiendo.
Ricardo, el celibato ya dijo el señor Ratzinger que no daría marcha atrás, otra solución sería que los manden a la castrería.
Cordiales saludos a los dos
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