Es un estado muy natural por el cual, en algún momento de la vida, puede pasar una mujer.
Cuando nos enamoramos, en un porcentaje muy alto, deseamos tener hijos con esa persona que amamos.
Los primeros síntomas varían en cada mujer; cada embarazo es distinto. En los tres primeros meses pueden aparecer mareos y náuseas matutinas debido a las alteraciones hormonales que tienen lugar en el organismo; es posible que la futura madre no pruebe alimentos que antes le fascinaban o que comience a agradarle cosas que antes detestaba.
A la alegría de ver confirmado el acontecimiento deseado, sigue el hecho de asumir que la vida no volverá a ser la misma; atrás van a quedar las delicias de una existencia sin mayores responsabilidades, y la libertad sin algún tipo de trabas, luego del nacimiento del bebé pasará a ser asunto del pasado: comienza el proceso mental por el cual se deja de ser un particular para entrar a asumir el papel de padres.
Un embarazo deseado significa la culminación de un gran sueño, el disfrute de una nueva situación, un horizonte cargado de miles de expectativas y tareas que los futuros padres deben aprender a alternarlas gradualmente.
El embarazo es una bendición, la cual hay que enfrentar con responsabilidad, sin manipulaciones, sin miedos, con alegría, con mente positiva y con el pensamiento de que el hijo ha de heredar, no solo nuestros ojos verdes o castaños, sino algo de nuestro carácter, de nuestras manías, de nuestros miedos y de nuestro comportamiento en general.