La industrialización de la salud



Luego de la industrialización de la salud donde las múltiples aseguradoras médicas hacen un sinnúmero de maniobras para atraer gente a sus empresas, me temo que la cuestión salud se ha vuelto un vergonzonso negocio y los pacientes hemos devenido en clientes.


En la actualidad es más peligroso ir al médico que manejar un auto sin saber conducir, pues la mayoría de galenos buscan la manera de ralentizar lo más posible la mejoría del enfermo que esté tratando, para ver multiplicadas sus ganancias.


Cuando el doctor insiste en saber el nombre de la aseguradora antes que preguntar qué síntomas te llevó a su consultorio, sería mejor salir corriendo de allí. También hay que pensar muy detenidamente cuando el galeno insiste que hay que hacerse un increíble número de exámenes de laboratorio, tomografías, electrocardiogramas o radiografías sin haber antes ahondado en lo que realmente padece o supone sufrir el cliente.

Hay que acudir al médico única y exclusivamente cuando nos sintamos muy mal y los remedios naturales no hagan efecto. Si nuestros padres han sido muy sanos, si siempre hemos tenido buena salud no podemos creer al primer avipado que veamos que podríamos ser víctimas de una “enfermedad silenciosa”.


¿”Enfermedad silenciosa”?


Me temo que la real enfermedad silenciosa es la que poseen algunos galenos y empresas de salud, es ese mal relacionado con la acumulación de dinero, la falta de consideración y de buenas costumbres. Todas incluyen recargos adicionales pues limitan el número de enfermedades en su cobertura.

Mediante la medicina preventiva podemos prevenir enfermedades, la pertenencia a una Aseguradora, es únicamente un respaldo económico en caso de urgencia, pero en modo alguno es una garantía de buena salud.


La dicotomía sobre las vacunas





¿Qué son las vacunas?

Son un preparado de antígenos que una vez dentro del organismo provoca la producción de anticuerpos y con ello una respuesta de defensa ante microorganismos patógenos. Dicha respuesta genera, en algunos casos, cierta memoria inmunitaria produciendo inmunidad transitoria frente al ataque patógeno correspondiente.

¿Cuándo comenzó la producción de vacunas?

A finales del siglo XVIII: primera vacuna contra la viruela.

En el siglo XIX: vacunas contra el ántrax, rabia, tétanos, difteria y la peste.

En el siglo XX: Vacunas contra la tos ferina, la tuberculosis, fiebre amarilla, tifus, gripe, poliomelitis, sarampión, paperas, rubéola, varicela, meningitis, hepatitis A y B.

En la actualidad se encuentran en proceso de estudio: primera vacuna para el virus del papiloma humano (principal factor de riesgo del cáncer de cérvix) y primera vacuna para prevenir la adicción a la heroína y a la cocaína.

La discusión:

Desde hace un largo tiempo el tema de las vacunas ha causado una verdadera dicotomía entre quienes saben que se trata de un medio de medicina preventiva y quienes descartan totalmente su uso argumentando que los chicos correrían peligro con ellas.


Pero no hay mayor peligro que dejar a nuestros niños sin vacunación, tenemos ejemplos recientes de chicos muertos con difteria o contagiados de sarampión porque sus padres creyeron que era lo mejor para ellos, pero luego les ha entrado un profundo sentimiento de culpa puesto que es mejor prevenir. Las molestias que causen a los pequeños son mínimas ante el cuadro de horror que podría vivirse con la enfermedad.


Concienciar a la población:

En la actualidad todo se denuesta: el sistema, la administración pública, la prensa, los transgénicos, las vacunas, etc. Deberíamos comenzar un debate acerca de las conveniencias o no de inmunizar a los niños, pero con razones científicas, no emotivas. Sería magnífico convencer, sobretodo a los grupos más vulnerables, que las vacunas poseen más beneficios que efectos secundarios.

“No vacunar a un niño no solo le puede perjudicar a él, sino a quienes le rodean, ya que se debilita la inmunización de grupo”.