Navidad y consumismo

Cuando los primeros jerarcas de la iglesia cristiana inventaron la Navidad deben haberlo hecho con el propósito de que su religión tuviera una tradición en la cual se reúna la familia alrededor de una causa al estilo de lo que han hecho por muchísimos años los hebreos con su pascua. Es que ciertamente por mucho tiempo la celebración de la navidad en el mundo cristiano ha sido causa de momentos emotivos en el que los recuerdos de la niñez han jugado un papel importantísimo para que los padres traten de recrear aquella felicidad que, de alguna manera, sintieron en su infancia.


Sucede que las diferentes actividades que se hacen en noche buena y navidad no son otra cosa que el incentivo hacia situaciones que poco a poco han formado la tradición: cantar, jugar, bailar, cocinar platillos exquisitos, hornear la torta, comer, orar y compartir lo mejor de nosotros con nuestros seres queridos; pues es en esta época en la que la mayoría de la gente cristiana quiere expresar sus mejores sentimientos no sólo hacia su familia sino hacia sus semejantes.

Posiblemente cada hogar ha de celebrar la navidad a su manera, habrá quienes preparen gallina, otros degustarán pavo, otros lechones o cochinillos al horno; quienes están cerca del mar consumirán langostas o cualquier fruto marino; algunos harán dulces especiales, otros buñuelos, natilla, turrones o compartirán unas deliciosas galletas Noel. Algunos haremos fogatas para cantar alrededor de ella, otros elevarán globos y quemarán lluvias de estrellas y volcanes. Habrá quienes no tengan más que agua de panela con queso, pero de todas maneras en navidad se siente cómo renace la esperanza en las mentes.

Lo que no imaginaron quienes inventaron esta celebración es que con el tiempo los comerciantes serían los reyes del momento, que mucha gente sentiría confusión ante la imposibilidad de atender a la demanda de regalos para sus familiares, amigos y allegados; el caos se instalaría en todas partes: en los supermercados, en almacenes, en el tránsito de personas y vehículos, en los bancos, en los cajeros automáticos…

Porque antes de esta fiesta, todos quieren vender a como dé lugar. Muchísimos almacenes y centros comerciales anuncian supuestas rebajas, pagos “sin intereses” a tres meses, rifas, entregas de productos sin cuota inicial y presuntos regalos por la compra de algún electrodoméstico.

A la mayoría de seres humanos adultos se le ve en esas fechas como si llevaran encima una pesada carga y no es para menos. Debemos aprender a decir NO a ciertos compromisos impuestos, no debemos apostar a quién da más regalos materiales; es mejor dar más amor, atención, dulzura, solidaridad, ternura, comprensión a quienes nos conocen, compartir ilusiones y decir con franqueza que nuestras finanzas no alcanzan para “agasajar” a todos. Hay que obrar con libertad, no ser prisioneros de ella.

0 comentarios: